3 Técnicas de control de estrés

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En situaciones difíciles nuestras fortalezas tienden a convertirse en nuestras debilidades. Bajo estrés, una tendencia natural y saludable a esmerarse y a la organización puede convertirse en compulsiva. Las personas inteligentes con grandes preguntas pueden convertirse en interrogadores despiadados. Aquellos que se enorgullecen de una atención precisa pueden convertirla en mínima y perder la visión global.

Cuando se maneja de forma inadecuada, el estrés actúa como la kriptonita. Hace que nuestros superpoderes se vuelvan en nuestra contra, y, si no tenemos cuidado, incluso nos pueden derrotar. Si bien no podemos evitar el estrés, sí podemos calibrar nuestra reacción ante él.

‘Yo no he sido’

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Si un pecado es típico de los españoles es la envidia, pero dentro de las organizaciones si hay una actitud que es muy típica es el ‘ Yo no he sido’ , o sea, ‘escurrir el bulto’ o la falta de asunción de responsabilidade por lo realizado. Esta reflexión surge tras ver la rueda de prensa del presidente Rodríguez Zapatero tras los resultados de las elecciones en las que reconocía la derrota, y lo más interesante como dijo, fruto de un castigo al Gobierno tras 3 años de crisis económica internacional que nos azota (y que por otro lado hasta septiembre del 2009 el negó que existiese, con lo cual está mintiendo).

El día que la social media mató al coaching

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Y es que la realidad supera a la ficción y esto es un hecho que se ha convertido en una certeza.

Si por coaching entendemos cuando un profesional (coach) mediante un proceso reflexivo y analítico (coaching) intenta que un tercero (coachee), mediante un proceso de autoreflexión, cambie la forma de ver y hacer las cosas, ¿para qué conformarme con un coach si tengo doscientos en la Red?

Y es que la social media lo ha generado es el incremento de la interactividad dentro de las relaciones humanas y la forma de intercambiar conocimientos.

¿Qué ocurre cuando las competencias van en contra de tus principios?

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Hoy he leído una entrada de Raúl Hernández González en su blog sobre el dilema en la conciencia que genera el hecho de aceptar o no un proyecto dentro de la actividad profesional y me ha dado por pensar donde está la línea de separación entre las competencias que exige un puesto de trabajo y los principios que uno posee. Como siempre, lo voy a escenificar con un ejemplo personal: En el año 1997 determinada empresa multinacional me llamó por si estaba interesado en cubrir la plaza de resonsable provincial para su delegación. Entre los cometidos que había estaba el de reclutar a los nuevos miembros motivarlos y de no ser válidos, despedirlos.