¿Cultura en la empresa?

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La palabra cultura se introdujo en el mundo de la empresa hace unos veinte años.

La cultura, que por definición no sirve para nada, encontrará por fin su utilidad con la llamada ‘cultura de empresa’.

De entrada algo no encaja, porque no hay nada más despreciativo con la cultura que la empresa. ‘Cultura de empresa’ es pues un oxímoron, esa fórmula de estilo que consiste en asociar dos palabras que no tienen nada que ver la una con la otra (como por ejemplo ‘banca cívica’ o ‘ejército de pacificación’,….).

Aunque la cultura de empresa es útil para los jefes cuando las cosas van bien porque crea artificialmente un sentimiento de identidad y de pertenencia, y para cuando las cosas van mal pasa a verse como un arcaísmo que obstaculiza los cambios.

El fracaso del concepto ‘empresa’ en la crisis actual

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Millones de personas trabajan contratadas por empresas, pero estas están reodeadas de oscurantismo.

Sucede que quienes más hablan de la empresa, son los que menos saben de ellas.

Me refiero a los profesores universitarios por ejemplo que nunca han trabajado en una. A quienes sí saben, pero se cuidan bien de hablar, como los consultores que han abandonado la firma en la que trabajaban para montar su propia sociedad que callan porque no les interesa cortar la rama sobre la que están sentados.

Lo mismo se puede decir de los gurús de la gestión empresarial, que inundan
de consejos el mundo de los negocios, lanzando modas ridículas en las que ni siquiera ellos creen. Este es el motivo de que la indigesta literatura dedicada al management sea a la empresa lo que los manuales de derecho constitucional son a la vida política: no sirven para nada.