Asertividad o el arte de saber decir «no»

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Es un tema que he tocado repetidas veces en este blog, y no por eso deja de ser interesante.

En el mundo complejo como este, es necesario que seamos asertivos, sino, tanto nuestros derechos, como nuestras obligaciones acabaran dominándonos.

¿Qué es la asertividad?

Asertividad es la capacidad para expresar propias opiniones, los sentimientos y las emociones sin complejos, de una manera tranquila, sin agresividad, temor o ansiedad, permitiendo a una persona autoafirmar sus derechos como individuo, evitando ser manipulado y sin necesidad de manipular a los demás.

Wolpe (1958) fue quien primero utilizó este término, denominando «conducta asertiva» a una determinada forma de actuar mediante la que se exteriorizaban sentimientos contrarios a la ansiedad, tales como el afecto, el cariño y la amistad, además de la defensa de los propios derechos, e incluyendo además la expresión de sentimientos negativos.

Posteriormente la conducta asertiva entró a formar parte de la práctica clínica dentro del campo de la Psicología, al ser incluida como técnica en terapia de conducta bajo la denominación de «Entrenamiento asertivo» (Wolpe y Lazarus, 1966).

En la actualidad la conducta asertiva está enmarcada en el campo de las «Habilidades sociales», término que aglutina diversas competencias dirigidas a conseguir una conducta socialmente habilidosa que facilite unas relaciones eficaces del individuo con su ambiente mediante una optimización de la auto estima, del empleo de conductas adecuadas y relaciones exitosas y fructíferas con las demás personas.

Caballo (1986) nos da la siguiente definición de lo que es una conducta socialmente habilidosa: «La conducta socialmente habilidosa es ese conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de ese individuo, de un modo adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás, y que generalmente resuelve los problemas inmediatos de la situación mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas.»

ASERTIVIDAD VERSUS ANSIEDAD

Aunque en ocasiones se confunde la asertividad con las habilidades sociales, lo cierto es que es solo una de sus partes.

La asertividad no tiene nada que ver con la necesidad de aprobación; la persona asertiva no busca con su conducta el beneplácito de los demás, sino que expresa sus propias opiniones aunque esto implique desacuerdos con otras personas.

Cuando expresamos lo que sentimos y pensamos con tranquilidad y sin tapujos, nos sentimos bien, desapareciendo el nerviosismo y la tensión. La asertividad tiene un efecto contrario a la ansiedad; cuando actuamos asertivamente se produce un efecto antiansiedad que hace que nos calmemos manejando cualquier situación de manera más efectiva y equilibrada.

La persona asertiva es socialmente habilidosa, de agradable trato, segura de sí misma, no hiere a los demás con su comportamiento, pero tampoco permite que los demás le hieran, controla su conducta buscando la eficacia y la obtención de las metas fijadas manteniendo con firmeza sus convicciones y expresando públicamente sus ideas sin menoscabo de las opiniones, sentimientos o derechos de otras personas, aunque sean contrarios o no coincidentes con los suyos.

Un ejemplo de lo que es una conducta asertiva podría ser el siguiente:

Imagina que entras en un bar y pides un café con leche caliente. El camarero te sirve el café y cuando lo pruebas te das cuenta de que está templado tirando a frío. En este momento tienes tres posibilidades de elección sobre la conducta a seguir:

1. Callarte y tomarte el café templado.
2. Llamar al camarero e indicarle que el café no está caliente, pidiéndole con educación que lo cambie por otro.
3. Organizar un escándalo al camarero, reériminándole que ese café no es el que tú has pedido y que no estás dispuesto a tomarlo como está, exigiendo que te ponga otro como al principio habías pedido.

Estas tres posibilidades ejemplifican tres estilos diferentes de conducta: pasivo, asertivo y agresivo, de los que ya he hablado varias veces en este blog.

La conducta asertiva, como ya habremos imaginado, se corresponde con la respuesta número 2, y resulta la réplica más eficaz, menos estresante y más adecuada que se puede dar ante la situación descrita, ya que salvaguarda los propios derechos de una manera tranquila y educada, con total ausencia de manifestaciones agresivas.