El gran error de la formación para desempleados

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Vuelvo a un tema que hace hervir la sangre cada vez que lo toco, porque una mala formación a desempleados es una pérdida de tiempo y de recursos económicos que nunca volverán y en esta vida si hay algo que no se puede perder es el tiempo.

Desde sus inicios, se ha visto que la intención de los cursos para desempleados era la de conseguir la ‘recolocación’ o ‘reinserción’ al mercado laboral del desempleado. Ambas cosas no significan lo mismo pero persiguen el mismo fin, que es el de que el desempelado deje de estarlo.

Hoy no toca el hablar de como las entidades que hacen estos cursos pegan desfalcos a base de timar al personal, porque de eso ya he hablado largo y tendido, sino que toca hablar del error conceptual que hay en esta formación para desempleados.

En este país, recolocar a determinados desempleados, lo que implicaría que volviesen al mismo sector del que salieron es cosa imposible o muy difícil, lease la construcción.

Los lideres tambien cometen errores

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Errar es de humanos; pero, para los líderes, los errores pueden ser un gran problema. Los directores generales tienen un gran alcance, así que sus errores suelen perjudicar a muchos otros: empleados, accionistas y la sociedad en general.

Además, los líderes suelen creer que la gente a cargo de algo tiene mejores instintos y toman mejores decisiones que el resto del común. Por tanto, confesar sus errores no es una experiencia muy agradable para un director general o un mando directivo.

“Se supone que los líderes son concluyentes, están en lo correcto y son confiados”, señala Rod Kramer, profesor de comportamiento organizacional de la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford.

Sin embargo, cuando se hace con cuidado, admitir los errores puede aumentar la estatura de un líder.

Maureen Borzacchiello, directora general de Creative Display Solutions, fue sincera cuando en junio de 2006 le informó a los empleados que, debido a sus propios errores y distracciones, la compañía tenía un grave problema de flujo de caja y que, por tanto, no podía pagar los salarios. Borzacchiello sabía que el anuncio sería totalmente inesperado. Hasta la fecha, Creative Display Solutions había crecido sostenidamente. Seis meses antes había sido premiada por una organización sin fines de lucro, Count Me In for Women’s Economic Independence. El premio incluía un préstamo de US$ 45 mil, entre otras cosas.

El discurso de Borzacchiello fue sencillo: “Todo lo que puedo decir es que lo siento”, le dijo al personal. También dijo que la peor parte recaería sobre ella y su esposo, pues no recibirían salario alguno. Borzacchiello no sólo dijo lo que había salido mal sino, además, lo que ella había hecho malo. “Estábamos tan concentrados en acelerar el crecimiento que no vimos el problema”, confiesa.

Cuando el líder se atribuye la culpa, los empleados confían en que este no volverá a cometer el mismo error, señala Rob Lederer, consultor gerencial. “Cuando admitimos nuestra culpa, es importante demostrar qué hemos aprendido, que estamos conscientes del impacto que generamos en los demás y qué estamos dispuestos a hacer”, señala. “Pero debemos ofrecer una alternativa, aunque sea un proceso para establecer cuál fue la causa del problema”.

Todos sabemos que errar es de humanos, pero debemos de saber tambien que a nadie le gusta reconocer sus errores y menos a los que se consideran «jefes». En Espana ese puede que sea uno de los mayores errores dentro del funcionamiento empresarial. Aqui la politica mas usada es la «de levantar la alfombra y guardar todo lo malo debajo de ella». Si no se ve el problema, este no es un problema. Y esto es un craso error.

Quien no ha tenido alguna vez la tentacion ante algo que ha realizado mal de taparlo u ocultarlo. Los lideres o «jefes» deben de tener en cuenta que un error suyo es, en muchos casos, de vital importancia, por lo que el hecho de ocultarlo lo unico que hace es agravarlo y dificultar una posible solucion al mismo.