Érase una vez un grupo de universitarios que carecía totalmente de una experiencial profesional que les permitiese desarrollar la idea de conducta colectiva. A esto mismos protagonistas se les planteó un problema aparentemente de difícil solución, ante el cual, todas las respuestas fueron de una negatividad total en cuanto a llevar a buen resultado lo planteado en el problema.
Es cuando entra a jugar en la situación un profesor extrovertido preocupado por generar en los alumnos un esprítu de superación contínua que les sirva para la vida real.
Crea grupos de 5 alumnos que empiezan a debatir sobre el problema en cuestión entre ellos. Al cabo de una hora, varios de los grupos han conseguido plasmar unas posibles soluciones al problema.
Se evalúan y se llega a la conclusión de que una de las soluciones planteada es la correcta«.
Moraleja de la historia:
Cuado uno se enfrenta sólo a una situación adversa tiende a empequeñecerse, ya no es una persona, es si cabe, menos de una. Sin embargo cuando una persona se enfrenta en grupo a un problema, la miopía con la que se ven las cosas suele quedar atrás. Se producen las denominadas sinergias. La gente se olvida de verse como un ente individual que forma parte de un grupo determinado, para empezarse a ver como un miembro de un «todo».
Ya percibe que el «todo» es «algo más» que la suma de las partes. Es un ente con vida propia, independiente a la vida que tienen sus miembros, es algo más que un conjunto de personas. Es en definitiva el espíriru de equipo.
Es aquello de que 1 + 1 son más de 2. Continuar leyendo «Cuando 1 + 1 no son 2»