Tras leer el artículo de la versión digital del periódico Expansión y Empleo titulado “Algún día podremos escoger a nuestro jefe”, no puedo resistirme a comentarlo.
Está claro que podemos elegir el puesto de trabajo, el sector profesional y hasta la compañía donde queremos trabajar, sin embargo, tanto el responsable como los compañeros de trabajo nos vienen impuestos y debemos adaptarnos. Las empresas tipo “autoservicio” aun no existen para poder pedir cuarto y mitad de un compañero colaborativo y 2 kilos de un jefe flexible, participativo e integrador, aunque muchos lo desearían. Eso sí, entonces el servicio de atención al cliente no daría abasto con las devoluciones de los compañeros y responsables que a todos nos sacan de quicio.
Las empresas son organismos vivos y cuando nos vamos de una organización, la razón no es la compañía como ente, sino las circunstancias ocasionadas por alguna de las personas que las conforman de forma directa o indirecta.
De todas formas, las personas cada vez tenemos más claro que queremos tener calidad de vida laboral y eso hace que tengamos mayor enfoque de lo que queremos y lo que no. Cuando estamos trabajando, vamos a invertir el tiempo en algo que nos guste y gratifique; por ello no debemos aguantar a determinados responsables tóxicos que se dedican a hacernos la vida imposible como regla general y que, en vez de ayudarnos a solucionar los problemas de trabajo que surgen en el equipo, se dediquen a echarnos en cara la responsabilidad y decirnos lo poco que valemos. Y yo me pregunto ¿compensa aguantar eso indefinidamente? La respuesta es rotunda: No, porque las empresas que mantienen y defienden a ese tipo de jefes no valoran a las personas ni a su trabajo.
También es cierto que cada persona somos un mundo distinto y que cada uno de nosotros nos adaptamos mejor a un tipo de responsable que a otro. Por ejemplo, los trabajadores que tienen mucha iniciativa no llevarán nada bien a un jefe que les supervise hasta el más mínimo detalle ni que les diga constantemente cuáles son los pasos a seguir en cada tarea. Por supuesto, un trabajador que sea muy dependiente no encajará con un responsable que valora los resultados y deja libertad para que cada persona elija la forma de llevar a cabo su trabajo, sin oponerse a ayudar cuando sea preciso.
Aunque es evidente que todos los trabajadores tenemos claro el tipo de jefe que no queremos. Porque ¿quien quiere un responsable desposta, egoísta, individualista, grosero, despiadado, limitador del desarrollo ajeno, manipulador, orador tipo “discurso y no dialogo”, entre otras muchos aspectos? Supongo que nadie que esté en su sano juicio. Pero… ¿Qué otro tipo de características tiene el jefe menos deseado por todos vosotros?
Menos mal que las compañías son cada vez más concientes de que lo que aporta un valor añadido es el talento de sus personas en conjunto y con visión global. Eso hace que comiencen a abrir los ojos y no sacrifiquen un gran volumen de capacidad por las decisiones inadecuadas de un responsable corto de miras.
Las empresas deben buscar responsables a los que les preocupe el desarrollo de sus equipos de trabajo por encima de su desarrollo individual porque no olvidemos que, para el conjunto de la organización, es positivo que todas las personas que la conforman lleguen a desarrollar el máximo de su potencial con ellos.
Los jefes deben ser un ejemplo a seguir en las organizaciones porque son humildes y no tienen ningún problema en reconocer que están equivocados y que deben apoyar la idea de otro miembro de la organización porque es la más beneficiosa.
Es factible que no termines de congeniar en el ámbito personal con tu responsable, sin embargo, eso debe darte igual si, a la hora de la verdad, como profesional te permite aportar, opinar y experimentar. Un buen responsable debe tratar a todos por igual, preocupándose, ayudándoles y rectificándoles cuando sea preciso de una forma constructiva. Eso generará un buen ambiente de trabajo y hará que las personas se sientan a gusto porque se les demostrará, día a día, que se cuenta con ellos porque son parte importante del engranaje.
Y esto no debe hacernos olvidar que la convivencia es difícil y, aunque tengamos buenos responsables, eso no garantiza que no surjan roces y dificultades, sin embargo, la diferencia es que se sepan superar y asumir, sin dejar cosas pendientes por solucionar.
Si observamos las empresas que aun coleccionan jefes tóxicos, nos daremos cuenta que están rodeados y apoyados por personas sin personalidad alguna o mediocres que alimentan su ego para seguir teniendo opciones de continuar en posiciones muy por encima de su potencial. Es más, veremos como muchas de las personas que abandonan esas compañías son trabajadores con un gran potencial que han trabajado duro y han pasado desapercibidos porque no les interesa a sus dirigentes “cortoplacistas” tenerlos en sus filas.
¿Aguantarías un trabajo en el que tuvieses un jefe tóxico haciéndote la vida imposible? Yo tengo claro que no porque debemos de tener nuestro amor propio y saber reconocer nuestra valía y no dejarnos pisotear. Porque como dice una amiga mía, hay muchos peces y océanos que explorar que nos están esperando que sabrán realmente valorar y diferenciar el talento de la incompetencia.
Autor: Juan Martinez de Salinas
¿Aguantarías a un jefe tóxico? http://bit.ly/d7Ecke vía @JoseLdelCampo @RRHHSocialMedia @JuanMartinez #rrhh #trabajo
¿Aguantarías un trabajo en el que tuvieses un jefe tóxico haciendota la vida imposible? http://bit.ly/bMz5n9
RT @SeniorManager: ¿Aguantarías a un jefe tóxico? http://bit.ly/d7Ecke vía @JoseLdelCampo @RRHHSocialMedia @JuanMartinez #rrhh #trabajo
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NO RT @JoseLdelCampo: ¿Aguantarías un trabajo en el que tuvieses un jefe tóxico haciendota la vida imposible? http://bit.ly/bMz5n9
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Enhorabuena por el artículo. Depués de leerlo, me he dado cuenta de la existencia del llamado «jefe tóxico», que por desgracia sigue estando muy presente en esta sociedad. En la actualidad, la crisis económica hace más difícil la proyección personal y profesional lo que lleva a una desmotivación tan necesaria en nuestro quehacer diario, pero tan bombardeado con tanto competitividad y falta de ella que hace que uno presagie la dificultad de la integración de una persona en un grupo de trabajo o equipo al no valorar la persona sino el mostrar una producción final que sabe Diós, a veces, desde que enfoque se dan para mostrar algún resultado de desarrollo.