Por rentabilidad normalmente entendemos la relación, a menudo expresada en porcentaje, que se establece entre el rendimiento económico que proporciona una determinada actividad y lo que se ha invertido en ella. En términos coloquiales tendría que ver con la expresión “¿Qué gano yo con esto?”. Es decir, si invertimos un recurso determinado, ¿qué beneficio obtenemos a cambio?
No siempre es sencillo saber cuál es ese beneficio ni, por supuesto, cómo se traduce en términos económicos. Sin embargo, la formación tiene ventajas que, en la medida de lo posible, hemos de intentar traducir.
La evaluación de la formación
La evaluación de la formación es la estimación del efecto que han producido las acciones formativas.
Este efecto tiene relación con:
-La satisfacción de las personas participantes en la formación
En este caso, la medición se lleva acabo mediante cuestionarios y encuestas que cumplimentan los participantes, así como los formadores u otras personas intervinientes, tras la finalización de las acciones formativas.
-Los conocimientos y habilidades desarrollados
La medición del grado de aprendizaje adquirido puede llevarse acabo a través de pruebas y evaluaciones realizadas antes y después de la formación. De esta manera se pueden comparar ambos niveles y, por tanto, conocer su evolución.
-La aportación al negocio
Para conocer la aportación que la formación genera en el negocio hay que establecer los indicadores a tomar en consideración antes y después de la acción formativa. Estos indicadores pueden ser, por ejemplo, volumen de ventas.
En este caso, estableciendo las medidas de control pertinente para no “contaminar” los resultados, anotamos las ventas promedio efectuadas antes y después de la formación.
¿Es interesante invertir?
Tomando en consideración estos 3 elementos (satisfacción, conocimientos y aportación al negocio) estaríamos en condiciones de establecer en qué medida es interesante invertir.
En primer lugar, hemos de consignar todos los costes derivados de la acción formativa (por ejemplo, monitor externo, desplazamientos, comidas, posibles sustituciones, etc.) para, seguidamente, identificar todos los beneficios y cuantificarlos.
Tendríamos, por ejemplo, que determinar cuánto nos cuesta conseguir una venta (retribución del comercial o personas encargadas de la actividad comercial, coste interno del producto o servicio, etc.).
Una vez que estimamos los “costes” y los “beneficios” en un sentido global, podemos conocer en qué medida, en términos económicos, es rentable la inversión en formación.
Gracias por el post Jose Luis, en ocasioes es realmente dificil la tarea de medir la transferencia de lo aprendido al trabajo diario. Pero como bien explicas es importante hacer el esfuerzo por demostrar los resultados obtenidos de la manera mas objetiva posible.
Buenas amiga.
Realmente al final de todo, es tirste pero es así, el éxito de un formador está en que los alumnos consigan resultados. No obstante hay que tener en cuenta que no es la panacea la formación. Hay multiples factores que pueden dar al traste con un buen proceso de formación. Separar la buana o mala actuación de «la formación» es algo realmente complicado.
Yo en mi actividad lo he realizado una vez, cuantificado objetivamente, pero estaba unida la sesiónj formativa a un proceso o plan de mejora (algo de coaching). Aún así, pueden influir muchísimos facores.
Gracias por comentar amiga.
Saludos
Recuerdo que este era un tema que nos preocupaba realmente en los tiempos en que trabajé en Formación, porque el negocio siempre quería saber como iba a recuperar la inversión.
Creo que es realmente difícil medir la rentabilidad de la inversión, sobre todo si hablamos de iniciativas concretas. Creo que en general «se sabe» que es rentable porque las empresas que más invierten en ella son las que mejores resultados obtienen, pero de ahí a cuantificar, creo que hay un buen salto.
Un post muy interesante.
JM
Buenos dias José Miguel.
Has dado en el clavo. La mejor forma de comprobar la rentabilidad de la formación es mirar a ver quien la utiliza. Siempre, y creo que no me equivoco, las que más formación usan, son las empresas que «siempre están ahí».
El año pasado fue la primera vez que realice un proceso de cuantificación de la rentabilidad de una acción formativa y te puedo decir, que por mucho que se quiera, existen imponderables y es complicadísimo. Puedes ver tendencias (si se vende más o menos, si os clientes están más o menos contento,…) pero de ahí a cuantificarla, es dificilísimo.
Este es uno de los peores factores que juegan en contra de los formadores a la hora de captar clientes, que no puedes demostrar tu acción formativa en euros para la empresa y que pueda comprobar coste/recuperación.
Es lo que me gusta menos del sector de la formación y una de las causas por lo que cada vez me intento alejar más del sector de la formación pura. Te peleas más en captar un cliente que en lo que al final recuperas.
Gracias amigo.
Saludos