Hoy el tema me es válido tanto para las organizaciones en las que trabajan personas como para la vida diaria, con lo cual me ha gustado tocarlo.
La pregunta que me hago es: ¿nos hemos convertido en ranas hervidas?
Para los que no conozcáis la parábola de la rana hervida os la recuerdo brevemente.
Cuando una rana se hecha en un caldero de agua fría y poco a poco se va subiendo el fuego, llega un momento en el que el agua está hirviendo y no se entera y se muere. Por lo contrario, si se echa en agua fría y se le pone al máximo el fuego, la rana salta. Y si se la hecha en un caldero de agua hirviendo, salta de tal forma que no la volvéis a ver.
La parábola hace referencia a la intensidad de los cambios y de como los afrontamos y gestionamos.
Cuando en una organización o en la vida diaria, cada día algo cambia, algo se modifica, pero en una cantidad ínfima o insignificante, no le prestamos la importancia que la cosa debería. Surge aquello de no dar importancia a los pequeños detalles.
Pero un conjunto de pequeños detalles poco a poco hacen que lo que incialmente era de una forma ahora sea completamente distinto y cuando queremos darnos cuenta de semejante cambio ya no podemos asimilarlo y nos acaba pudiendo.
¿Qué habría pasado si el cambio hubiese sido radical y de una sola vez?
Nos quedarían dos opciones, asimilarnos y adaptarnos o bien rechazarlo y tomarlas medidas correspondientes. Pero lo que si está claro es que nuestra reacción a los cambios sería muy distinta, aunque ambas situaciones nos hubiesen conducido a la misma situación final.
Por ejemplo, no es lo mismo que se diga que se debe de subir el precio de la luz un 30% y se suba un 9,8%, a los dos meses un 5%, luego un 10% y luego a los 3 meses otro 5% (total casi 30%) a que te suban de golpe el 30%.
Si lo llevamos a las organizaciones no es lo mismo que percibamos que poco a poco vamos perdiendo atribuciones y autoridad en nuestro puesto hasta llegar a perderla toda, que de la noche a la mañana vengan y te quiten tus atribuciones en 5 minutos y de un plumazo.
¿Qué es lo qué hace que en ambas situaciones, si llegamos a la misma situación final reaccionemos de una forma u otra?
Tenemos mapas y esquemas mentales inconscientemente institucionalizados, como me gusta decir a mi. Hemos aceptado un mal menor o un cambio mínimo como algo normal y habitual, y se acepta. Sólo saltamos ante cambios bruscos que rompen nuestros mapas o esquemas mentales.
Lo que he percibido y es lo que quería debatir hoy, es que nuestro grado de permisividad en los pequeños cambios ha aumentado y eso es lo que me preocupa.
Antes teníamos, por decirlo de una forma coloquial, menos capacidad de aguante, pero percibo tristemente que ha aumentado, lo que solemos decir vulgarmente, que ahora tenemos unas ‘grandes tragaderas’. ¿Por qué? Eso sería otra cuestión.
Hoy sería el preguntarnos si ¿aguantamos en nuestras organizaciones o en la vida diaria cosas que hace unos años no aguantaríamos?
Y ojo, no me vale la respuesta de que es que como somos más mayores aguantamos más, porque con 20 años nosotros aguantábamos unas cosas y los de 20 años actualmente aguantan unas muy distintas.
Hola José Luís, respecto a todo esto acabo de leer un libro de marketing que hace referencia a esto que cuentas:
AUMENTOS SIGILOSOS DE PRECIOS
» Los consumidores se resisten cada vez más a aceptar precios elevados, por lo que las empresas tienen que dar con el modo de incrementar sus ingresos sin subir los recios. La solución que mayor popularidad está adquiriendo consiste en cobrar un precio por lo que antes era gratuito. Aunque algunos consumidores detestan este tipo de estrtegias de aumento de precios, estos pequeños aumentos pueden suponer una fuente de ingresos»
Michael Arnds, «Fees! Fees! Fees!»
Creo que la aplicación a la vida real de esta «teoría» es lo que nos está conquistando, además basta sustituis las «empresas» por «administración».
Salu2 te comparto que me parecen muy interesantes tus reflexiones.
Alberto
Muy buenas amigo Alberto y gracias por pasarte.
El ejemplo del marketing más claro es el de que se cobra por las bolsas de plástico en los supermercados. me acerdo cuando Carrefour empezó cobrando 5 cents por bolsa ‘ecológica’ que no duraba ni 10 metros. Cuando la gente emepezó a llevar sus bolsas, las bajaron a 3 y ahora a 1, con lo cual ya a ese precio la gente ya no lleva sus bolsas de plástico. Pero si smamos los centimos por bolsa a nivel internacional que gana esta firma nos quedaríamos asustados.
Y muy bien dices que con la administración pasa tres cuartos de lo mismo.
Un saluod
Hola José Luís:
No hay que olvidar que el grado de aceptación de los cambios, está también relacionado con la situación del entorno. Aceptar el deterioro del hábitat particular para cada individuo o grupo, es mucho más fácil cuando se ve sometido a la comparación con el ambiente que les rodea, si este es lo suficientemente negativo.
En este aspecto el clima actual, propicia el que nos vayamos enfundando capas de protección, cada vez más resistentes al cambio: primero neopreno, después amianto,… todo menos saltar de la olla hirviendo.
Lectura inducida: Cualquier medida es aceptable con la que está cayendo.
Un saludo.
Muy buenas.
Has dado en un punto interesante, el famos ‘mal de muchos…’. O sea la resignación por bandera y lo de que si yo estoy mal…. pero hay quein está peor, , las penas son menos.
Muy triste pero tienes toda la razón.
Un saludo
Me parece a mí que es consecuencia de los estilos del liderazgo al que nos sometemos. Si el mensaje constante es negativo, de pérdida, de fracaso, de crisis, de culpa, de qué mal hacemos las cosas, de qué mal las hicimos, de lo irremediable… al final aceptas eso como lo normal.
Buenas Ángel.
Cierto. Cuando el lider se limita a ‘aguantar el chaparrón’ y en vez de inspirar confianza y autoestima, queda a merced de lo que ocurre, acba convirtiéndose en algo habitual la negatividad y por lo tanto los cambios que vayan sucediendo, ni nos extrañan, y lo que es peor, que ni nos importan.
Todo se limita a la supervivencia, dia día, laboral, …, la que sea, pero supervivencia.
Un saludo
Sí, es lo que citas, me parece a mí. Es como un Síndrome de Estocolmo donde tu raptador es la crisis y la negatividad.
Y no es que quiera defender al PSOE, en absoluto, pero el PP, en lo que es el sentimiento general en la sociedad, es tremendamente culpable de eso.
Que si amigo, que de malos líderes solo se puede esperar este tipo de actitudes y por lo tanto que respondamos de esa manera 🙁
Y lo que es peor, que todo este malestar que tenemos lo reflejamos como quejas y más quejas de forma colectiva, pensando que eso puede mitigar nuestra frustración. Al final nos sentimos impotentes y resentidos con el sistema, la realidad es que a nivel macro no podemos hacer mucho. Además hay mala salida a todo esto, por que la situación real, es que nuestros líderes no se sienten responsables del problema, con lo cual no pueden ser parte de la solución. Siempre la culpa la tiene otro….
Un saludo
Buenas amigo Franciso.
La última frase que dices muy bien, es la que resume todo: la no asunción de culpa es el primer problema ya que si no se considera que no se ha teneido culpa de ningún tipo, malamente se podrá intentar solucionarlo. Lo que tenemos en la actualidad es claramente es la no asunción de responsabilidades.
Un abrazo
Buenas majo,
me ha resultado MUY interesante esta entrada, que me ha llevado a una profunda reflexión personal sobre cómo nos manipulan y como podemos manipular (pero de la buena ehhh, de educar o inculcarnos un hábito positivo a nosotros mismos).
Lo único en que discrepo contigo es el lo de que ahora somos unos grandes tragalderas. De hecho lo veo al revés, que como ya no nos cuelan los grandes goles pues nos los cuelan más despacito. Pensando en las guerras, en las grandes guerras, en el holocausto nazi, o simplemente que se veía normal arriesgar tu vida en un trabajo… que la gente tragaba con GRANDÍSIMOS goles a diario, y en la actualidad nos cuelan grandes muuuuy ocasionalmente. Ahora se recurre más a los pequeños pq lo grande no funciona, para ejemplo la crisis que nos la han metido tan lentamente que no nos hemos dado ni cuenta de que los grandes ricos son mucho más ricos y poderosos y los currantes somos más pringaos (pq no han devuelto los bonus por hacer un trabajo tan patético? o incluso pq no están en la cárcel o pangando «malus»? a los bancos les «inyectamos» capital los mismos que se van a quedar sin piso y van a seguir manteniendo una deuda, pero a los estados los «rescatamos» hipotecando a sus ciudadanos, pensiones peores con más años…): en breve han privatizado los beneficios y socializado las pérdidas, y siguen haciéndolo. La guerra de libia es otro ejemplo.
En fin, que cdo hablo de estos temas desbarro porque no puedo plasmar toda mi indignación en menos de dos millones de caracteres 🙂
Saludos
Buenas yoyoooyoy.
Gracias por pasarte.
Yo creo que las tragaderas, o por lo menos, la facultad de tenerlas la tenemos dispuesta, solo depende de quein nos la quiera ‘meter’, con indepndencia del tamaño.
Tenemos grandes tragaderas no porque nos metan goles grandes, sino porque nos los meten constantemente :-)))
Un abrazo