Hoy voy a intentar dar una idea sobre un artículo que ha comentado en su blog mi amigo Marco y que me ha provocado una fuerte desazón interior. Me ha gustado mucho su reflexión pero quería ahondar un poco más en el tema.
¿Quién de vosotros puede decir que él es el que ha propuesto un cambio en su vida? Y no me refiero a que llegado un momento, las circunstancias hayan hecho que cualquiera de nosotros haya que tenido que tomar una dirección u otra, ya que en eses caso han sido las circunstancias las que nos han hecho cambiar.
Me refiero al hecho de quién alguna vez a promovido un cambio o giro en su trayectoria, sin que su entorno (me da igual el personal o el profesional) le hubiesen motivado a ello. Es decir, la cosa va bien, pero voy a meditar un cambio para ver si las cosas pueden ir mejor.
Si profundizamos en la cuestión, yo creo que, (¡¡y ojo que es mi punto de vista!!), pocos serán los que puedan decir que ellos han sido los impulsores de los cambios sin haber sido influidos por circunstancias externas.
Y es que por desgracia, los seres humanos somos cómodos por naturaleza y nos solemos mover por estímulos o si las circunstancias nos obligan a ello.
Si las cosas se van desarrollando según un patrón determinado, nos acomodamos a la situación y es cuando estas cosas cambian, cuando me veo obligado a cambiar yo. ¡Quien nos diera que nosotros, cambiando nuestro patrón fuésemos los que cambiásemos las cosas!
Somos de por sí perezosos, mi incluyo a la cabeza de esto, y sólo nos movemos cuando nos vemos obligados a ello. Somos reacios a los cambios y siempre los vemos como potenciales problemas, nunca como oportunidades de mejora. Por eso podemos decir que realmente ‘nos cambian’ no que nosotros cambiamos.
Siempre tendemos a decir que hemos cambiado, y por desgracia son pocos los que pueden decir eso. La mayoría deberíamos decir que nos han cambiado, que el entorno nos ha conducido a tomar tal o cual camino.
Es cuando debemos de analizar si somos proactivos o somos pasivos.
Etimológicamente proactivo implica promotor de algo por ‘motu propio’, sin que haya motivo para ello. Pasivo sería cuando estamos a merced de los cambios y en función de los mismos tendremos que dar uno u otra respuesta.
Que en ambas situaciones cambiamos es un hecho, pero hay una clara diferencia.
En la primera idea, tú vas delante de los cambios, tú los propones y tu diriges la situación.
En la segunda, tú vas detrás de los cambios, ellos te obligan a escoger y son los que te dirigen por uno u otro camino.
Siempre me ha parecido claro el ejemplo de un padre que desde pequeñito se empeña en que su hij@ debe de hacer determinada formación para llegar a ser un determinado profesional aunque el niñ@ desde pequeñit@ poseía otras intenciones. Si el hij@ hace lo que el padre quiere, el niño cambia su vocación por los deseos del padre, con lo cual las circunstancias le obligan a cambiar. Pero si el niño se mantiene fiel a su vocación, los cambios deberá de hacerlos el padre, con lo cual el seguirá ‘su camino’ y será el quien cambie a su entorno.
Por desgracia, estas situaciones no ocurren habitualmente y en parte mucho es debido por nuestra tendencia a acomodarnos en las situaciones. De algo si que podemos presumir los seres humanos y es de nuestra capacidad de adaptarnos. Llevamos adaptándonos desde la época de los dinosaurios y actualmente nos seguimos adaptando al entorno. Nos acomodamos a lo que nos rodea e intentamos estar lo mejor posible en vez de coger ‘al toro por los cuernos’ y hacer que las cosas cambien.
Pero sólo una reflexión que invita a la proactividad:
Cuando alguien he hecho algo relevante, por lo que será reconocido en la posteridad, tanto por su entorno como en ocasiones en un entorno mayor, es cuando ha promovido él el cambio«.
Aquel que ha roto con lo establecido y con lo impuesto para poder imponer sus criterios, probablemente será el que obtenga mayores éxitos.
Si esto es así, ¿por qué no ser nosotros mismos los promotores de los cambios que afecten a nuestro futuro?