El ourensano Eladio Jardón clausura el mayor congreso de ingeniería biomédica de México
Eladio Jardón, investigador gallego originario de Baltar (Ourense), fue el encargado de impartir la conferencia magistral de clausura del XLVIII Congreso Nacional de Ingeniería Biomédica (CNIB2025), celebrado esta semana en el Centro de Convenciones CINTERMEX de Monterrey.
El evento, organizado por la Sociedad Mexicana de Ingeniería Biomédica (SOMIB), congregó a más de 3.000 participantes de todo el país y del extranjero, consolidándose como uno de los encuentros académicos y científicos más relevantes del sector en América Latina.
La conferencia del Dr. Jardón, titulada “El arte de comunicar ciencia: más allá de los datos”, ofreció una profunda reflexión sobre el papel de la divulgación científica en un mundo saturado de información técnica. Invitó a la comunidad científica a conectar con la sociedad de forma clara, honesta y empática, destacando que comunicar ciencia también es un acto de responsabilidad social.
Su participación marcó el cierre de una intensa semana de actividades académicas, talleres, mesas redondas y presentaciones científicas que evidenciaron el dinamismo y el crecimiento del campo de la ingeniería biomédica en México y América Latina.
Reconocimiento a su trayectoria
La intervención del investigador ourensano fue ampliamente reconocida por su profundidad técnica, visión estratégica e impacto en el desarrollo del sector biomédico en América Latina, convirtiéndose en un broche de oro para una edición histórica del congreso.
En palabras de Patricia Puente, presidenta de la SOMIB:
“El Dr. Jardón ha sabido recordarnos que la ciencia no termina en el laboratorio ni en la publicación de resultados; debe trascender hacia la sociedad para transformar realidades. Su conferencia de clausura nos inspira a asumir la comunicación científica como parte esencial de nuestra labor profesional y académica”.
Investigación con divulgación
Nos encontramos en un momento en la actualidad en el que la divulgación científica atraviesa una paradoja fascinante. Nunca hubo tanta información científica disponible, pero tampoco tanta confusión sobre qué creer.
Vivimos en una época donde cualquiera puede acceder a papers académicos. Esto precisamente nos ha mostrado la magnitud del problema. La información técnica sin contexto puede ser más peligrosa que la ignorancia. Un estudio aislado, un gráfico sin escala adecuada, una conclusión preliminar… todo esto circula con la misma apariencia de autoridad que el conocimiento consolidado.
Aquí es donde la divulgación científica cobra un papel crucial que va mucho más allá de «simplificar lo complejo». Los buenos divulgadores actúan como traductores críticos. No solo explican qué dice la ciencia, sino cómo funciona el proceso científico mismo. Enseñan a distinguir entre una hipótesis y un consenso, entre correlación y causalidad, entre lo que sabemos con certeza y lo que aún investigamos.
Lo interesante es que la saturación de información técnica ha democratizado el acceso pero también ha fragmentado la confianza. Muchas personas, abrumadas, se refugian en fuentes que confirman sus creencias previas o que ofrecen certezas simples ante problemas complejos. La divulgación científica debe competir no solo con la desinformación, sino con el atractivo psicológico de las narrativas sencillas.
En la ponencia realizada por Eladio Jardón en el trasncruso de este congreso se hizo hincapié en esta problemática, en la que indicón que «quizás el mayor desafío actual es que la divulgación debe enseñar a convivir con la incertidumbre, algo que la ciencia maneja constantemente pero que resulta incómodo en una cultura que exige respuestas inmediatas y definitivas».
La divulgación científica es ese puente fundamental entre el conocimiento especializado y la sociedad. Es el arte y la ciencia de hacer accesible lo que sucede en laboratorios, observatorios y centros de investigación al público general.
Tiene que ir más allá de simplificar, no solo divulgar es «hacer fácil lo difícil». Un buen divulgador no solo traduce jerga técnica a lenguaje cotidiano. También contextualiza los descubrimientos, explica por qué importan, conecta ideas aparentemente dispares y, crucialmente, transmite cómo funciona el pensamiento científico.