Para muchos el coaching es un estilo de vida más que un proceso de aprendizaje. No sé si sería un concepto romántico el verlo de esta manera, pero si tiene parte de razón si lo analizamos dentro del segmento de tipos de coaching más enraizados con los términos filosóficos y psicológicos.
El coaching es realmente un proceso bidireccional de aprendizaje en el que el coach, mediante la realización de las preguntas adecuadas, consigue que el coachee encauce un sistema de autoconocimiento y autoaprendizaje que le lleve a romper paradigmas y mapas mentales limitantes y poder afrontar siempre el mismo los inconvenientes de su día a día, sabiendo de antemano que las limitaciones las pone el mismo y que es también él el único capaz de superarlas.
Lo que sí está claro en que en el coaching tiene que existir necesariamente la intención del coachee de querer cambiar o, cuando menos, ver la necesidad de ello. El coaching es un cambio de actitud frente a la vida y la solución de los problemas que en ella se encuentra el coachee.
Coaching es en cierta medida cambio. Si este no se produce no se puede decir que el coaching haya tenido su efecto, porque la pervivencia de los mismos límites impuestos es sinónimo de que la actitud de que las cosas cambien no ha sido interiorizada por el coachee.
Cierto es que hay diferentes tipos de coaching, pero todos más o menos poseen la misma dirección u objetivo final que es el de que el coachee cambie por si mismo y no por lo que le indique el coach.