Las palabras poseen un significado propio como elementos del lenguaje que son. Pero además debemos de tener en cuenta la situación en la que sean dichas, dado que pueden cobrar una mayor o menor importancia o incluso puede cobrar un significado distinto del que se pretende dar al pronunciarlas.
Como elementos comunicacionales que son, juegan un papel fundamental dentro de las organizaciones, ya que pueden ser los mejores vehículos de la motivación o por lo contrario pasar a ser los elementos más desmotivantes.
Cuando un líder (superior) se comunica con su equipo debe de tener en cuenta tres aspectos con la palabras con las que se comunica. Los tres son importantes y necesarios que se sepa dominarlos porque sino, el vacío que pueden generar las palabras, producirá unos efectos totalmente contrarios a los que persigue.
Por un lado y es pura lógica, las palabras a emplear deben de contener un concepto, una imagen, una idea. Es decir, tiene que poseer significado propio. El receptor de la comunicación debe saber que se le está diciendo porque sino la comunicación y el feedback posterior no se producirá.Por otro lado, las palabras deben contextualizarse a la organización y al clima laboral en el que se dicen. No poseen el mismo significado alguna palabras dichas en ambientes laborales que en ambientes coloquiales. Este contexto debe de ser igual para el comunicador y para el receptor.
Por último, y es la parte que quiero dar más énfasis en este artículo, está en el hecho de la importancia que las partes le den a las palabras, independientemente de su significado conceptual y del contexto en el que sean dichas.
Las palabras no son más que palabras (aunque representen mentalmente ideas). Pero realmente son muchas más cosas.
Son estados de ánimo, niveles de confianza, medios de alcanzar compromisos, evaluación de necesidades y/o expectativas,…., y eso creo que es uno de los defectos del «management» actual, el hecho de limitarse a emitir unas palabras sin pararse a meditar lo que ellas conlleva.
Las palabras deben ser dichas en el momento justo, con el significado justo y en el entorno justo, para con posterioridad el emisor poder darles el valor o el peso al hecho de haberlas dicho. Espero no liaros, aunque creo que con un ejemplo os quedará más claro.
«Un empleado solicita una reunión con un superior para solicitarle una subida de categoría ya que cree que su trabajo no está lo suficientemente reconocido. La respuesta típica sería: «la empresa confía en usted y sus esfuerzos serán tenidos en cuenta y le serán reconocidos sus méritos dentro de su desarrollo profesional en esta empresa».
¿Son palabras correctas en cuánto a significado, contexto y lugar en el que se realizan? Sí. Pero empieza a jugar en estos momentos las cargas subjetivas. Para el empleado, suponen que se abre un periodo de tiempo de espera en el que él considera que lo que le han dicho se debe de cumplir, mientras que para el jefe, probablemene estas palabras queden sin significado en el momento que el empleado salió por la puerta del despacho.
Las palabras dichas motivan sentimientos, expectativas y actitudes, sobre todo éstas últimas. El empleado se mantendrá en una actitud expectante a ver lo que se deriva de lo hablado con su superior. Si se cumple, adoptará una actitud de compromiso con la empresa y su organización. Si no se cumple, su actitud cambiará a la de total desmotivación, disminución de las ganas de trabajar y sentirse engañado por su organización.
Las palabras dichas por el superior son las que el empleado quería oir en ese momento, pero conllevan un posterior reflejo en la relación entre la organización y sus miembros. Llevaban un significado que deriva en actuaciones posteriores, en unos compromisos. De no llevarlos a cabo, no solo las palabras pierden el significado original sino que se convierten en fuertes armas de desmotivación.
Comunicar no se debe de quedar en una secuencia de palabras bien dichas para salir del paso en un momento determinado, deben ir continuadas de un seguimiento de acciones que les den fuerza.
Es decir, comunicar dentro de las organizaciones «no es solo hablar, sino que es hablar y actuar». Y aqui esta a mi modo de ver el mayor error de muchos «especialistas en management o en departamentos de RRHH» que dicen bonitas palabras pero ahí se quedan.
La comunicación dentro de las organizaciones tiene que basarse en una frase, que por antigua que parezca, debe de ser el pilar fundamental del «management«:
«Obras son amores y no buenas razones»
Las palabras bonitas, bien dichas, en el momento justo, si no son seguidas de acciones que las refuercen, están completamente vacías y carentes de significado.
Las cargas subjetivas en el componente comunicacional sos y seguirán siendo muy difíciles de eliminar dada nuestra condición para comunicar en base a lo que sentimos más que en base a lo que pensamos. De hecho es muy difícil hacer lo contrario y sólo los artistas consumados lo pueden lograr.
Así que los vacíos en la comunicación seguirán allí, sobre todo en las empresas, donde sólo existe el condicionante que nos obliga a trabajar por subsistir.
Saludos
SM
Muy buen post, José Luis.
En el ejemplo que pones, sería mejor que el jefe le dijese la verdad, que no que le engañe con buenas palabras, porque al final el trabajador va a estar más resentido!
Es difícil no obstante eliminar la carga subjetiva, porque muchas veces aunque queramos decir una cosa, la otra persona puede, por diversos motivos, interpretar otra.
Es importante en este sentido obtener el feedback acerca de qué ha entendido el trabajador, y cómo se siente en relación a lo que se ha hablado (en el caso que comentas, la intención del jefe sólo era «librarse» del empleado en ese momento, con lo cual le dará igual…)
Centrándome en la palabra como elemento básico de comunicación, sostengo que a menudo cometemos tres errores (que además se solapan) y que yo llamo «pecados de comunicación». Si bastante complejo es este tema, veamos lo que pasa cuando sucede una, dos o tres cosas como estas:
1. El empecinamiento. Yo sé perfectamente lo que quiero decir y asumo que los otros lo entenderán tan bien como yo. Imaginemos que dibujo una fracción en la pizarra aclarando que se trata de una expresión temporal, por ejemplo 1/12. ¿Qué se entiende? ¿Enero?, ¿El 1 de Diciembre? Y lo malo es que conforme constato que no se me entiende soy yo el que se cabrea ¡además!
2. Describo un paralepípedo de seis lados. Pido que fabriquen 1.000 y cuando lo voy a recoger me encuentro con 1.000 cajas de zapatos cuando lo que yo quería era 1.000 cubos. Dije «de seis lados» pero obvié que eran lados iguales.
3. Los elementos culturales. Supongamos que escribo un mensaje de izquierda a derecha pero quien lo lee lo hace de derecha a izquierda porque ese es su modelo cultural. El significado será completamente distinto.
En efecto, el dominio de la comunicación es sumamente complejo y por eso, más que esperar mejoras sustanciales, lo razonable es que se produzca mejores aunque sólo sea de decimales porque el efecto será multiplicador,
Perdón por la extensión, pero es un tema que creo que lo merece.
Saludos,
Buenas SM.
Efectivamente, la carga de subjetividad es muy difícil de superar y más dentro de las organizaciones porque es probablemente el grupo humano en el que se establecen vinculos emocionales que más se ponen en contacto durante el día a día, al estar en continuo roce unos miembros con otros.
La idea era la de romper una lanza para conseguir que las palbras no sean solo eso, palabras, sino que sean algo más, una reflexión.
Un saludo
Buenas amigo Pablo.
Muy bien puntulizado, lo importante es el feedback, o como me gusta llamarlo a mi la doble comunicación.
Con feedback la comunicación se convierte en el pilar básico del funcionamiento de las organizaciones. Cuando este falla, el superior se mete a ser un mero transmisor, sin preocuparse de nada más que transmitir una idea y no buscar ahondar en los sentimientos, expectativas y preocupaciones de su equipo, y de ahí a la pérdida del compromiso no hay nada.
Un saludo amigo
Buenas amigo Josep-Julian.
Me ha encantado la reflexión y me has abierto una nueva visión y de erdonar por la extensión, nnada de nada, que para eso estamos, «para comunicarnos», jejeje!!!
Lo del empecinamiento es lo que yo llamo «El yo me entiendo». O sea que yo se lo que digo y los demás deben de saberlo sino son unos ignorantes.
La segunda es dar por entendido un mensaje sin haber hecho feedback. Yo en este caso suelo decir en algún curso que debeis de preguntar si se ha entendido lo que querías comunicar porque «en tu cabeza solo cabes tú» nadie más sabe lo que querías decir.
El tema cultural ya es mas complejo porque depende mucho de la forma de ser de cada uno y de sus ganas a adpatarse a otras culturas o no.
Un abrazo amigo
La verdad es que si la falta de comunicación es el principal problemas de cualquier empresa, se hace poco o nada para solucionarlo.
He pensado que quizá unos talleres de comunicación sería suficiente, pero no logro vender la idea. Quizá haya que rediseñar los talleres y orientarlos mas a la activación de redes internas y fomentar así la comunicación?
Ni si quiera esto se encuentra en los pensa de gerencia
Saludos,
Alberto
Buenas amigo Alberto.
Si que tienes razón con lo de los talleres comunicacionales. Porque hoy en día muchos «llamados jefes» adolecen de eso, de saber comunicarse y es el fracaso principal dentro de las organizaciones.
Yo he hecho un experimento en una empresa y fue el que se realizase un blog conjunto en el que se podían poner noticas de la empresa u opiniones sugerencias y mejoras y no veas lo bien que se dio la participación de la gente.
Al principio habia mucho anónimo pero luego la gente se animo, y lo que no se atrevian a decirlo en palabra lo decian por escrito.
Prueba la idea del blog corporativo como medio de reactivar la comunicación. A ver si te sale bien la cosa.
Un saludo
Comunicar es un arte, pero efectivamente las palabras son sólo eso, palabras.
El «jefe» debe comunicar, pero para ello debe ser respetado, debe tener una reputación -positiva- y eso sólo se consigue cumpliendo con tu palabra. Qué raro suena esto en los tiempos que corren. ¿Os acordáis de cuando éramos chavales y dábamos nuestra «palabra de honor»? Era importante, la cumplías y punto.
Con seguridad todos hemos escuchado a personas decir algo y luego hacer lo opuesto, así, como si tal cosa.
Me quedo con tu final: «Las palabras bonitas, bien dichas, en el momento justo, si no son seguidas de acciones que las refuercen, están completamente vacías y carentes de significado.»
Un saludo.
Buenas Enrique.
Tu que eres «jefe» debes de ser atendido como tal, jejeje!!!
Lo de la palabra, es algo que quise meter yo en el artículo pero al final me fui por otros derroteros. Tienes mucha razón, el jefe debe «ganarse el respeto» y las alabras como se suele decir, las lleva el viento.
El jefe a parte de ser un buen comunicador, debe de predicar con el ejemplo y sobre todo actuar en consecuenca a lo dicho. Eso es una de las cosas que separa a los «líderes» de los simplemente «jefes». Al lider se le respeta y al jefe se le teme.
Un abrazo amigo