Desde que el mundo es mundo, la envidia ha sido uno de lo peores pecados capitales, no sólo por lo que ella representa sino por las consecuencias y actuaciones que van aparejadas a quien padece esta ‘llamémosle enfermedad’ (aunque realmente no es tal).
Cuando este sentimiento se da dentro de una organización, no digamos ya la complejidad de las relaciones interpersonales que se pueden dar.
Nunca he sido de los que dicen, y por lo tanto de los que tampoco entienden, aquello de que se puede tener ‘envidia sana’ y ‘envidia malsana’. Digo yo que es algo que no admite término medio, o se tiene envidia o no se tiene. Lo que si puede haber son diferentes formas de aceptarla por los miembros de las organizaciones.
Dentro de una organización hay que tener en cuenta que muchas veces se confunden los términos y es algo que hasta ahora el management no ha atacado en profundidad.
Por ejemplo, una persona prospera dentro de la organización sin haber realizado méritos suficientes para ello, mientras que otra, que si los a hecho no tiene reconocimiento. ¿Tendrá envidia? ¿Tendrá despecho? O sencillamente ¿tendrá una sensación desmotivadora de falta de reconocimiento?
Lo bueno para un buen manager es saber en cada momento que es lo que sienten los miembros de su equipo.
Si alguien siente envidia, la cosa presenta mala solución. Esta sensación sólo puede derivar en un mal clima laboral ante lo cual el manager no puede hacer nada. Frente a la envidia poco se puede hacer.
Hay un dicho muy apropiado que define el perfil de una persona envidiosa:
‘La suerte de la fea, la guapa se la desea’
Muy mal lo debe de pasar una persona envidiosa porque siempre estará próxima al sufrimiento personal y ante esto, eminentemente interno, el manager tendrá enormes problemas para gestionarlo.
Cosa muy distinta es el hecho de que lo que se sufra sea frustación por una falta de reconocimiento.
En esa situación si que juega un papel fundamental el manager y es donde el management tiene que desarrollar todas sus habilidades.
Es quien debe de valorar la justicia de las decisiones tomadas, si realmente se ajustan a los méritos realizados por los miembros de la organización y sobre todo, saber explicar a los miembros que se puedan sentir menospreciados con estas medidas porque se han tomado estas y no otras.
Pero por desgracia esta es una habilidad que no suele darse mucho en nuestro tiempo en el mundo del management. Las decisiones tomadas unilateralmente, sin explicación de los ‘por ques’ y muchas veces sin ser bien meditadas, solo conducen a una desmotivación segura. El que sale beneficiado de las mismas de modo injusto, sólo alcanza a decir que los ‘demás me tiene envidia‘. Y he de decir que eso no suele ser la verdad de estas situaciones.
Lo que se siente es menosprecio, injusticia, falta de reconocimiento,…, pero rara vez lo que se siente es envidia. Esta es un muy mal sentimiento, que he encontrado pocas veces en mi vida en las organizaciones en las que he trabajado. A esta le suele ir acompañado el ‘desear el mal ajeno’, cuando lo que realmente ocurre en las organizaciones no es que se desee el mal de los demás, sino el hecho de que no se haya valorado lo suyo y se haya dado su ‘propio bien’.
Cuando crees que no has sido premiado en tu trabajo no quieres, por norma general, que a los demás les vaya mal, sino que lo que quieres es que tú seas justamente reconocido. Buscas tu propio bien sin desear el mal ajeno.
El sentir envidia implicaría que deseas el mal ajeno. A mi no me vale aquello de que ‘siento envidia sana’, porque la enividia conceptualemnte no es algo que pueda ser sano.
Que en una organización haya competencia entre sus miembros, diferentes formas de ver las situaciones y tensiones que eso conlleva es buena cosa si el manager las sabe canalizar y encauzar como arma motivadora. Es lo que hace que una organización esté viva.
Pero cuando lo que surgen son ‘envidias‘, entendidas en el sentido literal de la palabra, la organización necesita de una rápida reestructuración y es cuando el manager debe de actuar con rapidez y no tiene una fácil solución.
Hola José Luis,
Coincido totalmente con tu forma de pensar, el concepto de «envidia sana» es una flagrante contradictio in terminis.
Lo malo es que a veces da la impresión de que la envidia es el deporte nacional… :S
Un abrazo
Buenas tardes, Jose Luis.
Muy interesante tema, y polémico.
La expresión «envidia sana» muchas veces la usamos sin pensar del todo en que la envidia como bien comentas, es cualquier cosa menos eso.
Coincido con JFA que da la impresión que sea uno de los tópicos que más nos caracteriza.
A nivel profesional, se puede entender que , en algún caso , puede darse la circunstancia que envidias a un compañero a quien han promocionado, cuando en realidad es más una falta de reconocimiento o autoestima hacia tí mismo que envidia hacia quien, a veces, logra lo que a nosotros nos parece inmerecido; pero el ascendido no es normalmente el responsable de haber sido el elegido, sino el azar, la suerte y , por qué no, quizá también en parte su esfuerzo o resistencia en la misma posición (el llevar muchos años en una organización a veces es recompensado).
Sin embargo, la envidia como tal es adentrarse en un terreno más personal , va más allá del campo profesional; da lo mismo la posición que ocupes o que seas la persona menos reconocida por tu superior: si algún compañero de trabajo te tiene envidia, incluso por verte una persona válida y feliz aunque no te lo reconozcan, no escatimará esfuerzos en desprecios personales delante de los demás y en dejarte en evidencia a la mínima ocasión, aunque en estos casos, como en todo, dependerá del caso que uno haga al envidioso y la actitud con la que lo sobrelleve; no obstante, es un polvorín difícil de sobrellevar si el objetivo es hacer equipo y tienes en tu grupo a alguien que sufre este mal. Tiene mala solución; pero ante todo, si detectas en tus filas a un empleado que depende de tí, al menos, hay que dejarle claro sus límites y no permitirle «alas» respecto a compañeros de su misma categoría, porque puede darse el caso, y se da, que los últimos incorporados, en algunos casos, perfiles brillantes y adecuados para la posición, no soporten el ambiente y a la mínima, abandonen la organización.
Afortunadamente, hay pocos casos, aunque más de los deseables.
Las decisiones de management, por lo general salvo en algunas pequeñas empresas, son unilaterales, siendo muy frecuente el empleado que adolece de poco reconocimiento y se desmotiva, pero según como se mire, alguien puede decir que no deja de ser egoísmo que busquemos reconociento, y que sea una actitud poco altruista:-). Para pensar.
Un abrazo.
Buenas Begoña.
Coincidimos los 3 en que el ‘envidia’ es un pecado español ;-).
En los equipos, al ser algo personal, el manager lo tien dificil, por eso tiene que ester atento a la posibilidad de que algún miembro presente estos síntomas.
Pero añado otro factor que es interesante conla perspectiva contraria a la del artículo. Hay gente que envidia y desea el mal ajeno, pero yo creo que hay incluso más gente ‘que sufre con el bien ajeno’ sin llegar a desearle mal al vecino. Eso también sería envidia.
Sufrir porque a los demás les vaya bien ya queda más cerca del sentirse minusvalorado por una decisión tomada en tu organización.
Somos nosotros mismos los que debemos de meditar en esas situaciones y ver si lo que sentimos es una sensación de falta de reconocimiento o bien una envidia (nada sana).
Es problemático el tema y dificil de afrontar, ya que las envidias no conducena a nada bueno.
Un abrazo
¡¡Cuanta verdad dices amigo!!
En este país entre envidiar y luego prejuzgar (o criticar) no podemos decir que no permedos el tiempo.
Sino es imposible que triunfasen tanto los programas ‘del corazón’. 😉
Un saludo
Hola, Soy de EEUU (Virginia y Nueva York) y llevo doce años viviendo en España. Primero, basándome en mi propias experiencias, diría que existe mucha envidia en Virginia y Madrid por ser sitios donde hay poca oferta y mucha más demanda. Una empresa puede contratar a alguien mañana si lo quiere hacer. En Nueva York, la oferta no es tan amplia y es difícil reemplazar a un buen empleado acostumbrado al ritmo de la organización.
Trabajé en Madrid en una ONG donde todos salvo yo llevaban más de diez años en la plantilla. Siempre tenían la razón, aunque al veces cuando estaba gente de fuera me la dieron a mí. Al final, no me importa que me equivoque pero quiero entender el porqué o la lógica.
En fin, me ofrecieron un traslado a la oficina en Sudan o el Congo que son buenos puestos para muchos pero no para mí.
No me renovaron mi contrato y todos vivimos mejor por ello. Pero los seis meses de sufrimiento que tuve no los desearía a mi peor enemigo. Digo envidia porque mi evaluación se bajó de 7-8 en una escala de diez por un jefe a 2-3 por otro, sin ninguna explicación. Fue la excusa de no renovar mi contrato en España. Pero de malas experiencias se aprende también.
Suerte a todos y Yes, we can con envidia.
Buenas noches amigo Garrison.
Tu ya has comprobado en tus carnes que la envidia no es buena compañera dentro de las organizaciones.
Dicen que los españoles somos muy envidiosos, y creo que somos los que inventamos aquello de ‘envidia sana’ y ‘envidia malsana’, pero la verdad es que la envidia es siempre mala cosa, diga lo que se diga.
Como creo que es tu caso, el problema se agrava cuando la envidia surge sin que tu hagas nada para ello, porque de eso a la ansiedad, estress, depresión,…, y demás síntomas, por parte del que la sufre hay un paso.
Muchas veces hay suerte, e iguala que las enivdias dentro de las organizaciones vinieron, también se van. Lo peor es cuando aparecen y amenazan con quedarse mucho tiempo. Ahí la única solución la tiene el que la sufre, y por desgracia para él suele pasar que para dejar de sufruirla tien que dar su brazo a torcer y o bien hacerse con un escudo protector (cosa no siempre posible) o bien renunciar a seguri en la organización (que es lo que ocurre la mayor parte de las veces por desgracia).
Un saludo
Segun mi experiencia, la envidia como bien dicen parece un deporte nacional de todas partes. Es en parte resultado de una educación, alguien envidioso enseñará a sus hijos a serlo también. En lo personal tuve la dicha de tener unos padres no envidiosos o almenos no excesivamente envidiosos. Aprendí a ser feliz con lo que tenía aun cuando hubo momentos difíciles, la verdad fueron también momentos graciosos, es nuestra forma de ver la vida. A pesar de ser una emoción o pensamiento común. La envidia para mí es algo muy desgastante, frustrante y si sentido: pues vivo con la convicción de que cada uno de nosotros tiene un propósito muy particular que nadie pude realizar mas que uno mismo, que ocupamos el lugar que solo uno puede ocupar y nadie más, sea lo que sea que estés haciendo. Además la vida me ha enseñado que sea bueno o malo en apariencia lo que te esté sucediendo en este momento, siempre todo sirve para dar pasos a una evolución personal ya sea en tu profesión u oficio, ya sea en tus relaciones, tu autoestima, tu poder interior, tus pensamientos, en lo que sea que quieras y en lo que sea tu mente te permita explorar. Sin embargo me ha tocado sufrir envidia sobre mí. En una ocasión opté por dejar la organización pues la persona envidiosa que ocupaba una posición superior a la mía terminó por fastidiarme que mejor decidí mi tranquilidad y dejar el asunto por la paz. En este momento me ocurre algo similar y la persona envidiosa me ha inventado cuanta cosa puede para desprestigiarme dentro de la organización. es por eso que recurri a buscar información al respecto pues creo que si quiero dejar de huir de personas envidiosas debo afrontar la situación, solo conociendo al enemigo sabre como actuar hacia el y salir avante, Deseenme suerte!
Mucha suerte, eso lo primero.
Y yo creo que tomas la decisión adecuada, lo que no se puede vivir permanentemente en las organizaciones es rehuyendo la confrontación con alguien envidioso porque sino lo único que se consigue es aislar el problema y generarte otro a ti mismo.
Es necesario afrontarlo, eso si, con la mayor información y conocimiento sobre la otra parte.
Un saludo