Hoy no va a ser un post original mio, sino que más bien, con permiso de @S-Customer y la grafóloga Sandra Cerro, que ha realizado un estudio psico-grafológico sobre los diferentes perfiles de miembros dentro de las organizaciones laborales (estudio completo), vamos a extraer aquellos que me han parecido más simpáticos.
¿Quién de nosotros no se ha encontrado alguna vez en alguna organización en la que haya trabajado con alguno de estos ‘personajes’?
Me encanta sobre todo el apodo que le va poniendo Sandra a cada uno de estos perfiles laborales y espero que a vosotros también os guste y os resulten simpáticos.
‘Rey de la jungla’, ‘pobrecito de mi’, ‘a su bola’,… son algunos de los perfiles psico-grafológicos que ha descubierto en el entorno laboral que enseguida encontraréis a alguien que se ajuste a dichos perfiles.
Espero que os gustan porque a mi particularmente me han encantado y he extraído del informe completo realizado los siguientes perfiles:
Líder o “el rey de la jungla”
También llamado “la salsa de todos los platos”, porque se cree él mismo que lo es, tiene un afán de protagonismo supino. Suele pensar que la empresa se hundiría sin él y por ello se implica en el trabajo de forma desmedida, autoritaria y sin importarle arrebatar la organización y el mando al mismísimo jefe. Son personas inteligentes y astutas, creativas y con buena iniciativa, pero les pierde el orgullo y la falta de empatía, lo que condiciona el buen compañerismo.
Su escritura tendrá un tamaño normal o grande y su firma mayor. Predominará el ángulo o la forma mixta sobre la curva, así como el eje vertical del escrito, pudiendo aparecer “t” con barra alta o en forma de sable. La inclinación del escrito será vertical o inclinado a la derecha y la presión firme, bien perfilada.
Pobrecito o “mísero de mí”
Es el típico que pierde más tiempo llorando que trabajando y que se piensa que la empresa es una ONG. Va de víctima y pretende ganarse dando lástima y pena la compasión de sus compañeros y sobre todo del jefe, alegando que todo lo malo le pasa a él, y no suele caer demasiado bien.
Su escritura es débil, como él, de presión floja, tamaño pequeño o rebajado y la firma igual o menor. Predominará la inclinación invertida y el exceso de formas curvas y redondeadas, en una escritura lenta, descendente porque su vida es un drama, y con síntomas de ansiedad, bien por sus letras apretadas o, por el contrario, excesivamente expandidas o con blancos en la hoja.
“El trepa”
Es esa figura silenciosa que siempre anda con misterios. Suele arrimarse con sutileza a las personas que admira para sacarles información y manipularla luego a su antojo. Después, conseguido el objetivo, clava el puñal por la espalda. Son personajes ambiciosos, desconfiados e individualistas, lobos con piel de cordero.
Rasgos característicos de la escritura del trepa son su cohesión desligada y la incoherencia entre el texto y la firma. Su ambición se refleja en una firma ascendente con mayúsculas grandes, y su egoísmo en los rasgos envolventes y en la escritura regresiva. El renglón ondulante, los rasgos filiformes y los óvalos de doble vuelta o la firma ilegible o envuelta en capas revelan sus intenciones ocultas.
El autista o “a mi bola”
Va a lo suyo y no se entera o, mejor dicho, no quiere enterarse de nada de lo que ocurre a su alrededor, así no le pillan ni bofetones ni aplausos. Suelen ser personas ajenas al equipo, que prefieren realizar tareas sin involucrarse en el grupo. Como no participan, tampoco tienen iniciativa ni proponen ideas, son conformistas y les da igual lo que suceda con tal de mantenerse tranquilos y sin responsabilidades ni estrés.
Es por ello que también su escritura será convencional, poco personalizada y, en general, sencilla. El grafismo ocupará el cuerpo central ya que son personas ancladas en el presente y, por tanto, también, su inclinación será vertical o ligeramente invertida. La velocidad será predominantemente lenta y la cohesión desligada.
Social o “superguay”
Es “la alegría de la huerta” el feliz de la vida, le pueden caer chuzos de punta encima y siempre encontrará el lado positivo. Suele ser un compañero afable pero con frecuencia confunde el trabajo con una comuna hippie: paz y amor. En consecuencia, cuando llegan las vacas flacas y hay que apurar, suele dejar el trabajo duro a los otros y escaquearse de puntillas sin perder su natural jovialidad.
Su escritura será de tamaño grande y extendida, con predominio de curvas, inclinada a la derecha, ligada o agrupada, con rasgos ágiles y cierta espontánea originalidad.
Conciliador o “Don´t worry, be happy”
Es el optimista, trabajador siempre sonriente que, ante los problemas laborales o altercados entre compañeros siempre encuentra la solución más práctica y pacífica sin alterarse. Le caracterizan su paciencia infinita, su actitud conciliadora y su sensatez, que les hacen aguantar estoicamente en las batallas campales. Cuando toca imponerse lo hace, siempre con corrección, empatía, sabiendo decir la palabra exacta en el momento adecuado, y guardando la compostura.
Su escritura, de tamaño normal y conjunto regular, legible, sin choques entre líneas, ordenado y limpio, con predominio de formas curvas o mixtas, resalta por la coherencia entre el texto y la firma. La inclinación del texto será ligeramente a la derecha y la cohesión agrupada.
“El agobitos”
Al constante “¡¡¡bufffff!!!” todo se le hace un mundo y es capaz de ahogarse en un vaso de agua. Son personas poco prácticas, con dificultades para organizar sus tiempos, aplastadas y lentas trabajando, pero teatreras exagerando. Parece que siempre tienen más trabajo que nadie y a veces hasta viven en la empresa mientras tratan de salir de su propio atolladero. Tienen poca resistencia al estrés, pero nunca rehúsan asumir más tareas y responsabilidades que les sirvan de excusa para su constante mantra: “¡¡¡Estoy hasta arriba de curro!!!”.
Su escritura muestra un conjunto irregular, generalmente desorganizado y con signos de falta de planificación tales como margen derecho apretado o con palabras cortadas. También podrá mostrar ansiedad con un exceso de separación entre palabras y formación de “pasillos” o “fantasmas”.
Servil o “lo hago yo por ti”
El servil está siempre más ocupado en agradar a los demás que en su propio trabajo, no saben decir nunca que no y, a veces, parece que se le va la vida por ayudar cuando lo que en realidad van buscando no es sino su propio reconocimiento. Son los típicos que de tan buenos que son, -sinceramente y en mi humilde opinión- son tontos. Eso sí, los “agobitos” y los “mísero de mí” están encantados con ellos porque “lo hago yo por ti” es justamente la ONG que necesitan y que la empresa, obviamente, no es.
La escritura del servil es frágil, de presión fina, suele ser pequeña y rebajada o estrecha, con predominio de curvas y presión débil, y de inclinación variable, con síntomas de ansiedad también y con un conjunto escrito de poca consistencia, que da la sensación de que si lo soplas, se cae como un castillo de naipes.
“El invisible”
Es el empleado, casi siempre diligente, perseverante e implicado en su trabajo, que llega puntual, realiza sus tareas bien, con actitud comedida y de forma responsable, y que se marcha sin hacer ruido y sin que su presencia haya dejado apenas huella patente entre los compañeros, y mucho menos en el jefe. Son personas a las que les gusta su trabajo o al menos se conforman en su puesto, sin más aspiraciones en la empresa que seguir manteniendo su labor especialista.
Su escritura se caracteriza por la regularidad, síntoma de constancia, y por la organización y legibilidad del escrito, sin choque entre líneas. El tamaño será normal, coherente con el de la firma, y predominarán las formas curvas y el cuerpo central del escrito. La cohesión será agrupada y la inclinación vertical o ligeramente a la derecha.