Me rio yo de abandonar la ‘zona de confort’
Muchos ‘entendidos’ son los que hablan de la ‘zona de confort‘ y de lo que cuesta salir de ella. Desde un punto de vista psicológico, el término zona de confort se refiere a un estado mental donde queremos estar para evitar el miedo y la ansiedad en su vida diaria, donde nos encontramos seguros. Claro está que esto exige renunciar a una serie de actitudes y realizar una serie de actividades que van vinculadas a ir por la vida en ‘piloto automático’. Establecemos rutinas diarias que se basan en repetir lo conocido, huir de lo impredecible, de lo novedoso que nos pueda poner fuera de lugar, no queremos meternos en algo que pueda escaparse de nuestro control.
Pero la zona de confort es realmente un estado deseable, que no nos cuenten historias. Y lo digo por dos claros razonamientos.
El primero, es que hay mucha gente ‘ahí fuera’ que se da cuenta que está instalado en ella y que no tiene motivación diaria para adentrarse en nuevos proyectos, personales o profesionales, Sufre ansiedad, hastío por lo que hace, no encuentra nuevas motivaciones. Pero lo que no se da cuenta, es que no es que no quiera salir de su zona de confort, sino que lo que busca es saltar de la que está a otra zona de confort diferente, claro, sin asumir ningún tipo de riesgo emocional, personal o profesional.
La segunda es que, mayoritariamente, entre las personas que conozco y entre las que he dado sesiones de coaching, se han visto motivados a salir de su zona de confort por circunstancias ajenas a su voluntad y, cuando se han visto en esa tesitura, lo primero que han realizado es un plan de actuaciones encaminadas a conseguir alcanzar una nueva zona de confort. Con lo cual todos, sin remisión, queremos alcanzar niveles de confort constantemente. Puede que nos gusten más o menos, pero es lo que buscamos.
Nosotros y la zona de confort
En una de mis últimas charlas sobre este tema con un grupo de alumnos apunto de terminar su formación universitaria, les hice la ‘pregunta del millón’: ¿qué queréis hacer en vuestro futuro más cercano y qué os habéis planteado hacer para conseguirlo?
Y ohhh!! Sorpresa, la respuesta más abundante fue la de preparar unas oposiciones, algunos con cierta idea de que ‘fueran de lo suyo’ pero, tristemente, a la mayoría de ellos les daba realmente igual de que fueran con tal de que les permitiese disponer de una trabajo fijo, estable y una remuneración todos los meses que, aunque inicialmente no fuera muy elevada, con el tiempo iría subiendo, a la vez que les permitiría tener más tiempo para luego meterse en otros proyectos que si les reportasen crecimiento personal y/o económico.
¿Está claro no? Mayoritariamente la idea era conseguir llegar a una ‘zona de confort’ que, aunque eran conscientes de que puede que no les llenase personalmente, si les iba a dar una seguridad y estabilidad que deseaban.
¿Y quién soy yo para quitarles esa idea de la cabeza? Soy orientador laboral, intento que la gente consiga sus objetivos personales y profesionales en base a todo su ‘know how’ y a sus expectativas personales y profesionales, Pero más allá de eso, es algo que no puedo imponer a nadie. Como estado mental de cada individual, cada uno debe saber lo que quiere en esta vida para alcanzar la zona de confort ideal.
Alcanzar la zona de confort y abandonar la zona de confort
Si vinculamos ‘zona de confort’ con la ‘felicidad’, algo bastante atrevido por mi parte, cada uno tenemos nuestra ideal de felicidad y, por lo tanto lo que buscamos conseguir en nuestra zona de confort.
Un desempleado, que probablemente se encuentre en un estado de ansiedad permanente, tendrá una zona de confort en su mente que será la de reincorporarse al mundo laboral, en el puesto que sea, con al remuneración que sea, con tal de evitar sus preocupaciones actuales.
Eso no quiere decir que el conseguir un trabajo le vaya a dar una estabilidad que le deje tranquilo toda su vida. Pero lo que está claro es que ha dado un paso importante hacia alcanzar su zona de confort ideal. Que una vez trabajando quiera prosperar, mejorar o buscar mayor satisfacción profesional o personal es algo lógico, y le llevará a intentar abandonar una zona de confort para irse a otra que considere mejor. Lo malo siempre es ‘la travesía por el desierto’ que hay en ese salto.
El vivir en una búsqueda total de una zona de confort es algo claramente estresante y, a la vez, contradictorio. Si te deprimes porque no das alcanzado tu zona y una vez lo logras, te deprimes porque está dentro de ella y te da apatía, tienes un problema.
Alcanzar la zona de confort debe ser visto como la obtención de una meta, para unos parcial, pero hay que admitir que para otros, final. A nadie se le puede obligar a abandonar su zona por qué sí o, al menos, sin que tenga muy presentes las consecuencias de tomas esa decisión.
Y siempre pongo el mismo ejemplo en mis conferencias o charlas sobre orientación laboral. Si todos los políticos dicen que el ejercer su profesión está llena de sinsabores, disgustos, potenciales conflictos con amigos, que ganarían más dinero en el sector privado,…. pues ya están tardando, que lo dejen, que se hagan autónomos y que desarrollen su actividad profesional favorita que ‘les llene personal y profesionalmente’.
Pero a día de hoy no conozco ni un solo político que hay dejado el sueldo público por hacerse autónomo y emprendedor, aunque ellos te digan que es una ‘aventura preciosa’ (cosa diferente es que se recoloquen en comités directivos de grandes empresas con sueldazos, que eso si es abandonar una zona de confort por otra mejor).
Mención especial para los funcionarios del SEPE
Y ahora que nos quieren imponer la moda de la Formación Profesional para el Empleo, creo que deben tener en este tema una mención aparte algunos funcionarios del SEPE.
Siendo como son profesionales que están todos los días en contacto con desempleados o con gente que quiere mejorar en su trayectoria profesional, o sea, que no están a gusto en la zona de confort en la que se encuentran, deberían tener una sensibilidad mayor porque están en los ‘dos lados de la barrera’.
Por un lado, como buenos funcionarios, deben ‘seguir a rajatabla’ las leyes que rigen su trabajo. Pero, por otro, deberían de tener ciertos valores que les permitiesen realizar una interpretación justa de las mismas, cosa que, por desgracia, no suelen tener. Están anclados en su ‘zona de confort’ y ni por asomo hacen nada que quiera poner en riesgo esta situación.
Y esto es algo incongruente ya que, si son uno de los pilares en nuestro país para que la gente consiga alcanzar una determinada zona de confort en sus vidas, en ocasiones, poco lo demuestran.
No hace mucho, en un determinado curso, un técnico del SEPE se despedía desando encontrar a los alumnos en un futuro cercano impartiendo formación profesional para el empleo, cuando había alumnos a los que no les había permitido dar docencia en algún curso tan solo unos días antes. Empatía, nula. Asertividad, brilla por su ausencia. Permitir que la gente busque alcanzar su zona de confort, menos aun.
Salir de la zona de confort de cada uno, es obvio, tras leer este artículo, que no es tarea sencilla ni que todo el mundo quiere, por lo tanto, salvo que alguien manifieste de forma clara su intención de salir de ella, siendo consciente de sus consecuencias, no debería ser alentado, ni forzado, ni condicionado, y menos por alguien que, a todas luces, no quiere moverse de su zona de confort en la que está instalado.