Hoy he leído una entrada de Raúl Hernández González en su blog sobre el dilema en la conciencia que genera el hecho de aceptar o no un proyecto dentro de la actividad profesional y me ha dado por pensar donde está la línea de separación entre las competencias que exige un puesto de trabajo y los principios que uno posee.
Como siempre, lo voy a escenificar con un ejemplo personal:
En el año 1997 determinada empresa multinacional me llamó por si estaba interesado en cubrir la plaza de resonsable provincial para su delegación. Entre los cometidos que había estaba el de reclutar a los nuevos miembros motivarlos y de no ser válidos, despedirlos.
Ante mi pregunta de como se podía saber si un empleado nuevo era válido o no me indicaron que si los productos que se comercializaban acababan siendo contratados por familiares del empleado al cabo de un mes significaba que no valía para vender y debería de ser despedido.
Teniendo en cuenta que se trataba de una compañía del sector del seguro y con lo que difícil que es vender uno en el primer mes si no te ayudan los familiares, no me sentía capacitado para despedir a este empleado viendo que había empeñado a su familia en la contratación de un seguro, la mayor parte de las veces innecesario.
Pedí que les dieran un plazo mayor, pero dijeron que no.
No acepté el puesto porque en mis principios no cabía esa forma de actuar y las competencias del puesto así lo exigían.
¿Qué habrías hecho tú?
¿Te hubieses tragado tus principios y aceptado el puesto? ¿Crees que entre tus competencias están las que le puesto demendaba?
La respuesta no es sencilla y más con la perspectiva del tiempo.
En mi caso contaba con 24 años y prevalecían mis principios por encima de todo. Pero con el paso del tiempo y la experiencia laboral y profesional que se va adquiriendo, parece que aquellas competencias, de ser hoy, no me hubiesen parecido contrarias a mis principios.
¿Qué ha cambiado? ¿Mis principios? ¿Las competencias? ¿El mercado laboral? ¿Yo mismo? ¿O de todo un poco?
Por desgracia en esta vida, los palos sufridos hacen que uno vaya acostumbrándose a cosas que hace años consideríais impensables. Mis principios serían los mismos, no está en mi conciencia aún como algo bueno lo que me pedían en el puesto hace años. Mis competencias, si que han cambiado, como es lógico, la experiencia profesional adquirida da una perpectiva distinta del mundo laboral. El mercado laboral por supuesto que ha cambiado, y mucho. Y yo mismo he cambiado.
Todo esto ha hecho que mis principios se hayan adaptado más al mundo real. Eso no significa que los haya cambiado, sino que probablemente podría decir que se ‘han ido apaciguando’ en determinadas ocasiones.
Con el paso del tiempo he estado en puestos en los que he tenido que despedir a empleados, y que duda cabe, que no es un plato de gusto. Pero cuando somos más jóvenes consideramos que nuestros principios son lo primero y no comprendemos que aunque los mantengamos, debemos de ajustarlos a la realidad que nos rodea.
Esa es la verdadera competencia que debemos de adquirir y que el tiempo me ha hecho ver que es la fundamental: saber adaptar nuestros principios a nuestro entorno. No romperlos, sino adaptarlos.
Si os preguntáis que habría hecho hoy ante la oferta de empleo, os digo que la habría aceptado, no porque mis principios aceptasen esa política laboral, sino por el hecho de que ya se (con el tiempo) adaptar mis principios a la realidad. No obstante, de la decisión tomada en aquel momento, nunca me he lamentado. Duermo tranquilo por la decisión que tome, cosa que no podría hacer si tuviese al día siguiente que despedir a alguien.
Al final la «edad» (qué poco me gusta decir «edad» cuando quiero decir «experiencia») es lo que hace que ahora pudieses incluso mantener tus principios y aceptar cualquier empleo… seguro que demostrarías a los «jefes» que la decisión que tomases era la correcta…
Saludos cordiales!
Isidro
¡¡Qué gran verdad amigo Isidro!!
¿Por qué no naceríamos de al revés, con todo aprendido y con la perspectiva que nos da ‘la edad’? 🙂
Pero no, como humanos que somos nos acordamos con el tiempo de aquello de que ‘en aquella ocasión si….’.
Aún asi, yo creo que el dormir tranquilo, no tiene precio.
Me acuerdo de una frase que es muy buena para lo que dices: ‘los jóvenes quieren ser adultos , mientras que los adultos quieren ser jóvenes (sin perder lo aprendido), jejeje!!
Un abrazo amigo
Muy buenas José Luis,
Creo que Isidro acertó con la palabra «edad/experiencia» y con la experiencia podemos encontrar un punto de equilibrio entre nuestros principios, nuestro «personal branding» y ser pragmáticos.
En inglés tenemos una expresión que nos ayuda alinear nuestros principios con nuestras acciones que se llama «Moral Compass» algo como una brújula de valores. Esta brújula de valores cambia con la experiencia y el contexto de nuestros tiempos. Prefiero pensar que cada día estoy practicando y puliendo mi brújula de valores.
Saludos
Christopher
Hola José Luis,
Como dicen los comentarios el tema es la edad. Los «principios» los llevamos a flor de piel durante nuestros primeros años, luego se moldean y vienen presiones del exterior (familia, responsabilidad, etc.) que hacen que nuestros principios se ajusten a la relidad de nuestra nueva situación con el paso del tiempo.
Un saludo,
Me encanta esa expresió amigo Christopher y con tu permiso me la voy a aproiar de ahora en adelante.
Lo que esta claro es que con los años y la experencia se arende mucho y una de las cosas es a no ser tan radical en los principios de cada uno y oder amoldarlos a la realidad.
Muy bien nos vendría saberlo hacer ya de jóvenes, pero irremediablemente es algo que aprendemos con la edad :-).
Un abrazo
Muy cierto Enrique.
A medida que crecemos lo de ‘tener que tragarnos nuestros principios’ puede llegar a ser necesario. Lo deseable es siempre poder amoldarlos, porque tragarnoslos es algo que no deberíamos de hacer ya que sin principios ¿que nos queda?
Las circunstancias, el entorno, …, son factores determinantes.
Un abrazo amigo
Sera gardel quien mantenga sus principios.a la larga sera feliz y tendra amor,nadie se muere x mantener sus principios,solo termina con gente igual x seleccion natural