Llevo unos cuántos días ya dándole vueltas en la cabeza a una idea que podría ser o no acertada pero que no deja de ser interesante para una reflexión: ¿Y si la crisis no hubiera empezado aun?
Cierto que llevamos según algunos desde el 2009 hablando hablando del tema (otros llevamos un par de años más comentándolo), pero si miramos detenidamente lo ocurrido, la pregunta que me hago puede tener una visión que hasta ahora no nos habíamos planteado.
¿De dónde venimos?
Antes del inicio de la denominada crisis estábamos en una época de ‘abundancia’. Para mantener un nivel de vida ‘digamos normal’, teníamos ingresos de sobra, sueldos buenos aquí (aceptables frente a otros países de Europa), posibilidad de pluriempleo, horas extras,…., y si no llegaba, nos animaban enseguida a poder endeudarnos.
Los ingresos permitían vivir de forma más o menos normal y el excedente hubo quien lo destinó al consumo, quien a la ahorro o una mezcla de ambas cosas.
Lo que realmente pasaba es que, al igual que cualquier burbuja, las empresas estaban pagando sueldos que, por desgracia, eran más elevados que lo que realmente producían los empleados, pero que quedaban maquillados por el elevado consumo que había con el exceso de dinero que tenían las familias. Un claro ejemplo es que, en plena poca de abundancia, éramos el peor país en productividad de la UE y el segundo pero de la OCDE. Pero claro, nadie decía nada, todo el mundo estaba e la rueda.
¿Qué pasó?
Cuando saltó ‘la banca’ por los aires, comenzaron los rescates públicos, se acabó la financiación a empresas y el cierre de estas o bien, las bajadas de sueldos.
Esto supuso una fuerte reducción de los ingresos de las familias que obligaron a ajustar sus gastos. Pero claro, las empresas al producir menos y vender menos, se ven obligadas a subir precios (luz, gas, combustibles,…) lo que deriva en que los ingresos necesarios que se necesitan ahora como mínimo para tener una vida normal son superiores a los que se necesitaban antes de la crisis.
Con lo cual comienza la ‘tormenta perfecta’: reducción de ingresos familiares, incremento del coste de la vida, imposibilidad de endeudamiento.
No me explico como (bueno sí, la economía sumergida), muchas familias han podido conseguir tener esos ingresos al mes que les permita mantener un nivel de vida medianamente normal. Eso sí, adiós al consumo y al ahorro que había antes. Se ingresa al mes para vivir y punto, aquello de que ‘trabajo para pagar facturas’ es un hecho constatado.
Pero nuestro mercado laboral es, por desgracia, muy distinto al de otros países y es imposible de que con parches se solucione, con lo cual por la parte de que las familias incrementen los ingresos mensuales, la cosa tiene mala solución.
Si lo que vemos que ha ocurrido es un ajuste de los gastos que tenemos porque se nos han reducido los ingresos pero aun así hemos podido tener un nivel de vida razonable, no podemos hablar conceptualmente de una crisis, sino que deberíamos de hablar de un ajuste o de un aterrizaje o, como prefiero yo, que hemos puesto los pies en el suelo.
Ojo que no me meto en analizar quién ha tenido la culpa.
¿Qué podría pasar?
Ahora es cuando entro en el campo de las suposiciones, en el cual cada uno es libre de opinar lo que considere.
Muchas familias que se han quedado sin ningún tipo de ingresos si que están sufriendo ya la crisis porque no son capaces de asumir el nivel de ingresos mínimo mensual que les permita vivir con normalidad.
Crisis de verdad, conceptualmente es eso: cuando tus ingresos no pueden cubrir tus gastos y no hay solución para aumentar los primeros y los segundos ya los has reducido a lo básico.
Tras las reducciones de sueldo habidas, con suerte conservas el trabajo cobrando menos, pero la vida cada día es más cara, con lo cual llegará el momento que tus ingresos sean inferiores a tus gastos, sin posibilidad de reducir estos.
Y a esto flaco favor el que hacen los políticos hablando de una ‘falsa recuperación’, ya que esta es la excusa para que las empresas piensen enseguida en subir precios a lo que vende ya que ‘como estamos recuperándonos’. Afirmar que estamos en una recuperación es una falsedad que además perjudica doblemente al ciudadano: se le exprime más en impuestos, tasas y contribuciones especiales para financiar la estructura pública (tinglado que se han montado los políticos) y a la vez condiciona a que las empresas incrementen sus precios ya que hablar de recuperación es sinónimo de que se puede incrementar el consumo.
Pero cualquiera de vosotros puede darse cuenta de que el consumo no sube. Con lo cual quedan dos opciones: o las empresas recapacitan y reducen precios o bien acabarán teniendo un consumo cada vez menor que termine por hacerlas cerrar.
Seamos sinceros. Cualquiera de nosotros habla de crisis cuando al final de mes no llega a cubrir gastos. Eso es crisis, sin posibilidad de reducirlos ni de incrementar los ingresos. Y eso es lo que va a ocurrir ahora, alentados por las ‘palabrerías’ de recuperación y más historias.
Los que están por debajo del nivel e ingresos de vida digna, por desgracia seguirá igual, pero muchos que está cubriendo como pueden esos gastos, los verán incrementados sin posibilidad de aumentar los ingresos lo que les llevará sin duda al grupo inferior, al de los que trabajan con sueldo pero no les da para vivir.
¿Solución?
O leche o café, o reduzco gastos o aumento ingresos. Si lo segundo no puedo, nos queda lo primero. Si en lo primero ya solo tengo los gastos básicos y estos siguen subiendo, el ‘hundimiento’ está por llegar.
Congelaciones de precios, intervención pública en determinadas actividades, subvención pública de determinadas áreas,…., cualquier es una buena solución para evitar que los precios se disparen y condenen la más familias a trabajar y que sus ingresos no les den literalmente para vivir.
Pero claro, estas medidas atentan contra los ‘liberales’, la libre competencia y el libre mercado. Pero hasta día de hoy, lo único que se ha demostrado es que las políticas liberales nos han conducido a donde estamos y en más de 7 años no nos han conseguido sacar del ‘agujero’.
Por todo esto, considero que estos 7 años, del 2007 al 2014, si que ha habido familias que pueden hablar de crisis (las que no cubren gastos de subsistencia por carecer de ingresos vs empleo), pero creo que la crisis de verdad vendrá ahora, cuando los que tienen empleo, aun ingresando mensualmente, no puedan cubrir gastos.
Ojalá me equivoque, el tiempo lo dirá.
Muy interesante tu reflexión José Luis, y estoy muy de acuerdo con ella.
En mi opinión el problema es que se quiere resolver la crisis desde el mismo paradigma en que se creó, y eso más que difícil es prácticamente imposible.
En mi opinión, haciendo un paralelismo con las crisis personales que tienen las personas alrededor de los 40, hay que empezar por la toma de conciencia, descubrir qué creencias están fallando y ante todo ser muy honesto con los valores y principios que fundamentan la forma de proceder.
Mientras no se ahonde en el problema, estaremos buscando ser eficaces pero no efectivos, y eso no hará otra cosa sino alargar la situación.
Las políticas cortoplacistas están orientadas a obtener resultados a corto plazo, pero no a ser productivos al medio y largo plazo. Y sin capacidad de producción, se nos agotan los recursos que habrán de darnos el pan de mañana.
A nivel institucional poco podemos hacer, pero a nivel personal nos queda lo que está dentro de nuestro humilde ámbito de control o influencia.
Y me consta que muchas personas lo están haciendo, porque esta escasez económica ha traído abundancia creativa, que sin duda era algo que teníamos bastante dormido en nuestra sociedad apoltronada.
Muy interesante como decía al principio.
Un abrazo!
Gracias por pasarte amigo Álvaro.
Lo que está claro es que los españoles tenemos dos defectos en cuanto al trabajo, y me incluyo: No reaccionamos hasta que el problema es muy claro y grave; y siempre buscamos la solución a los problemas a corto plazo. De ambas cosas se deriva que vamos de problema en problema constantemente. Nunca vamos a la raiz del problema para evitar que se repita, siempre con el que ‘pase lo antes posible’. No es por entrar en temas religiosos, pero se nota nuestra mentalidad católica en la cual la frase de ‘Dios proveerá’, siempre se me ha quedado en la mente grabada. Somos así, ‘que otro provea’ y sino, Dios dirá. Va en los genes del pueblo español y eso es algo que dificilmente se puede cambiar si no es con tiempo. Y espero equivocarme en todo, no obstante 🙂
Un abrazo