Siempre he creído que el crecimiento personal es la clave de cada uno de nosotros para poder aspirar a ser felices en esta vida y del conjunto de la sociedad como grupo social que debe encaminarse hacia un mejor futuro en todos los aspectos para todos sus miembros.
Un crecimiento personal que se base en el aprendizaje a base de analizar nuestras experiencias vividas que nos permita mejorar como personas individualmente, como colectivo en su conjunto y en la relación interpersonal con los miembros de nuestro entorno.Todo aquello que nos permita crecer como individuos y como sociedad.
Pero para mi desgracia, las letras siempre quedan muy bien sobre el papel pero a la hora de verlas en la práctica hay ocasiones en las que no se entienden y visto como funcionamos en este país, creo que esta es una de esas ocasiones.
En este país hemos creído que el crecimiento personal es el crecimiento de ‘status social’, el del reconocimiento de nuestra valía por parte de nuestro entorno y el de dar a entender a los demás que hemos alcanzado el ‘éxito social’.
Frente al primero, que es el que siempre he promulgado yo, que se basa en analizar nuestros actos y experiencias, ver donde nos podemos equivocar y mejorar y aprender de ellos para mejorar como individuos y colectivo, el segundo se ha convertido en un ‘todo vale’ de actitudes que persiguen exclusivamente el ‘ser el mejor’, ‘el más destacado’, ‘el más influyente’,…. y, si para ello tengo que ‘acojonar’ de la forma que sea a los de mi entorno, el fin justifica los medios.
Muchos son los empresarios de éxito y de reconocido prestigio en la actualidad que han alcanzado su ‘status social’ de éxito a base de amedrentar a su entorno y equipo de trabajo. Eso no es crecimiento personal, sencillamente es una muestra de la manipulación lingüística y decir que el éxito en tu profesión ha sido en base a un crecimiento personal, ‘mentira’!!! ha sido en base a explotar y acojonar a los que te rodean. Tu creces socialmente a base de que los demás decrezcan.
El otro día leía un artículo en el que un chef español tres estrellas Michelín hablaba de cuando fue a Inglaterra a aprender y de como no se cobraba por trabajar e incluso se llegaba hasta pagar por poder trabajar. Pues me da la sensación que ha aprendido rápido y lo mismo hace él en su negocio actualmente. Si es que lo malo se pega enseguida en este país.
La crisis actual ha traído que los ricos sean más ricos y que los pobres sean más pobres. Ha traído el incremento de las desigualdades sociales de forma alarmante, ¿es eso fruto del crecimiento personal de cada uno y del de la sociedad como colectivo? Ya sabéis la respuesta que os voy a dar: fruto del acojonamiento del que manda sobre los mandados.
Muchos de los casos de éxito que tenemos ahora en este país se han fundamentado en la explotación laboral de los trabajadores y lo más triste es que la sociedad en su conjunto premia y habla maravillas de estos casos de éxito sin percatarse de lo que realmente está detrás de ellos.
Nunca dejarse embaucar por cantos de sirenas ni grandes titulares, porque en los genes de los españoles aun no ha calado el crecimiento personal como algo necesario, solo tenemos el éxito a toda costa y cueste lo que cueste, como símbolo de nuestro éxito y reconocimiento social.
Cuando el crecimiento es «personal», pues es personal y te tiene que importar un pimiento tu entorno.
No hablo de que para crecer tú tenga que decrecer el que tienes a tu lado, sino simplemente el hecho de que su opinión vale su peso en caca.
Yo siempre he pensado que precisamente el ser humano no crece porque depende en exceso de su entorno materialista. Sus emociones ya dependen de su propio entorno, de la sociedad que le rodea y si esta sociedad está en crisis, pues él lo estará también.
Hacemos las cosas al revés. Queremos crecer a la vez que nuestro entorno, y a la par que este, pero no nos damos cuenta que el crecimiento personal se basa en nuestro interior.
Todo lo demás cambia si tú eres capaz de cambiar.
Es una total hipocresía querer cambiar siguiendo el ritmo y las obligaciones que tienes a diario.
Cuando tengo consultas de personas que me dicen que quieren un cambio en sus vidas, pero sin embargo, cuando se enfrentan a la solución, realmente descubren que no quieren cambiar, porque ese «cambio» da miedo.
Simplemente queremos lo que perdimos y no cosas nuevas por muy atractivas que parezcan.
Buen artículo.
Un saludo.
Antonio
http://www.elexitoenvida.com