Hoy voy a poner el ejemplo del liderazgo en las organizaciones y que cada cual lo extrapole a la situación que quiera, real o no.
Cualquier organización o empresa depende del trabajo de un grupo de personas, de sus habilidades, de su talento, de su compromiso con lo que hacen, …., todos unidos en una misma dirección. Pero ésta es marcada por un/unos jefes que deben de saber como todo lo anterior se conjuga para que funcione como un perfecto engranaje, sabiendo donde engrasar la maquinaria en cada momento, donde apretar o aflojar los tornillos para conseguir el máximo rendimiento o evitar que las máquinas revienten,…. De poco vale que el jefe sepa mucho si la maquinaria no funciona y viceversa, de poco vale que se tenga la última tecnología en aquella si no sabe el que dirige sacar el máximo rendimiento.
En las épocas de bonanza la maquinaria puede ser que no tenga que trabajar al 100% a la vez que quien dirige no deba de exprimir sus habilidades directivas para gestionar el equipo y que este funcione de forma suficiente para ‘ir tirando’.
Es en las épocas de vacas flacas cuando todos los miembros de las organizaciones deben de aportar al máximo y en donde se pueden ver las carencias de cualquiera de los miembros que las forman. Lo que si está claro es que si una parte pequeña de la maquinaria es la que falla, la importancia en el funcionamiento es mínima, pudiendo ser sustituída o, en algún caso, prescindir de ella. Pero ¿y si lo que falla es de vital importancia para el funcionamiento de la organización? ¿Y si el que dirige no sabe poner el rumbo pese a que las partes de la maquinaria vayan al 100%?
La desmotivación y la falta de compromiso de un subordinado, con independencia del motivo que lo cause, puede ser algo impercibible para el funcionamiento de su organización, pero si el que da el mal ejemplo es el que al dirige, la manzana podrida contagiará al resto del frutero con una rapidez que asusta.
Y eso es lo que estamos sufriendo en estos momentos: las vacas gordas sirvieron para tapar todo tipo de mediocridades, pero principalmente la de los jefes que debían de marcar los rumbos de las organizaciones que ahora, cuando las cosas se tuercen, quedan al aire y se muestra la ‘calidad’ que nos dirige.
Si volvemos al inicio, el jefe no lo es todo en la organización…. pero casi. Si la cosa va bien, lo dicho, cualquiera es el jefe, pero si la cosa va mal, el verdadero jefe (líder) debe de hacer acto de presencia y, claramente, eso es algo que no está pasando en este país, ya que día sí y día también lo único que se conocen son mediocridades, negligencias, corruptelas, delitos,…, de los que deberían ser los jefes de nuestras organizaciones.
Si fallasen 5 engranajes pequeños en un organización, con la cantidad de recambios que hay ahora mismo, se sustituirían y andando. El problema está en que aunque se cambiasen, el que dirige no sabría dirigir su organización.
Lo que no se puede en estos momentos es querer formar a los jefes a que aprendan a ser líderes estando las cosas como están, sencillamente se debe de prescindir de ellos como cualquier otra pieza de las organizaciones y cambiarla por una pieza sana. No estamos en tiempos de aprender, sino de actuar. Si no se está capacitado, da igual que sea jefe o empleado, a la calle.
El jefe no lo es todo como apuntas. Y fallan, fallamos más que una escopeta de feria, pero creo que tampoco se les puede culpar por no ser líderes full time. La gente tiene su parte de responsabilidad porque al jefe también se les desmotiva.
Un buen tema de debate
Buenas amigo Fernando. Ese es un tema en el que llevas razón y poco he tocado en este blog, lo de como un equipo consigue desmotivar a su jefe teniendo este la intención de ser un buen líder. Lo que si es verdad es que el concepto full time no lo emplearía ligado a jornada, más bien lo uniría a relación con el equipo en cualquier momento., dentro o fuera del trabajo, y ahí si que lo considero como full time.
Si liderazgo es entendido como unos comportamientos, habilidades,…, que pone en marcha en el trabajo, está claro que no puede ser full time. Pero si lo vemos como una actitud frente a las cosas, una forma de enfocar los problemas,…, si que sería algo full time, permanente en sus relaciones persoanles y profesionales siempre 🙂
Un abrazo
Hola José Luis,
interesante post…. acumulo largos años de trayectoria en el mundo de la consultoría, por cuenta ajena. He pasado por empresas muy pequeñas, medianas, grandes y grandes firmas de la consultoría… en mi paso por esos lugares nunca he tenido la suerte de tener un jefe del cual aprender. Como bien he leído en algún comentario, una cosa es ser jefe y otra bien distinta ser líder, patrocinador, mentor … (Niveles neurológicos de Dilts). Para mi, una forma de Arte es ajustar las capacidades de liderazgo a los momentos exteriores y al momento del equipo. Pocos «jefes» parece que hayan (como digo, mi visión está totalmente sesgada por mi propia vivencia) que sean capaces de liderar desde el desapego y desde el desprendimiento para favorecer el crecimiento, el aprendizaje y la autorealización de los miembros de su equipo. Pesan más los miedos del jefe, su mediocridad, que el hecho de alcanzar la excelencia propia como líder mediante el éxito de los demás….
Gracias por tu post.
Un saludo.
Luis.
Gracias por pasarte amigo Luis.
Me alegro, entre comillas, de ver que no soy el único que pasando por la empresa privada aun no ha encontrado a un jefe que sea líder. Por desgracia nuestras empresas, nuestro tejido empresarial, nuestro mercado laboral precario y la formación de nuestros empresarios, son cosas que nunca han permitido esto desde hace décadas. Hemos trabajado por cifras, por lo tanto daban igual las personas. El jefe se apropiaba de esas cifras sin incluir en su consecución a su equipo lo que derivaba en desmotivación y bajada de la productividad. ¿Cómo hemos acabado? Sencillamente, con empresario incultos y de medio pelo que les dan igual los empleados con tal de que produzcan y empleados desmotivados que hacen que seamos el país menos productivo de la UE y de los peores de la OCDE. Todo en esta vida tiene explicación. Donde hay líderes hay productividad y viceversa.
Un saludo
Hola, José Luis.
Yo creo que hay muchos jefes que parecen buenos en épocas de bonanza sólo lo parecen, porque cuando las cosas van muy bien, podrían ir casi solas, sin necesidad de jefes o casi ni de líderes (a veces, incluso hubieran ido mejor). Pero cuando las cosas se tuercen, afloran las carencias.
También hay que pensar que los jefes son personas y por lo tanto, también pueden estar sufriendo la mala situación (aunque por su posición, deban hacer un esfuerzo mayor para dirigir adecuadamente la nave).
También es posible que algunos sólo sepan dirigir los buenos equipos, pero no los que pasan dificultades. Por ejemplo, hay entrenadores de fútbol que lo hacen genial en equipos buenos, pero si están cerca del descenso no dan pie con bola, y viceversa, los hay especialistas en manejar estas situaciones de urgencia.
Un abrazo
Pablo Rodríguez
Buenas amigo Pablo.
Has expuesto varios casos y todos claramente acertados. La organización es un todo en su conjunto pero las responsabilidades en las funciones varían. Si un jugador en su equipo semana a semana se equivoca, la culpa ya no es solo de él, el del entrenador que lo sigue poniendo.
En ese sentido lo que está claro es que las responsabilidades deben de ir acorde al puesto y no prescindir de 20 empleados por el mero hecho de que el jefe sea un incapaz, porque me consta que hay empresas en las que está pasando esto.
Las organizaciones pueden ser como un trasantlántico en el mar: cualquier niño de 5 años puede llevar el timón, pero si hay tempestad, la cosa cambia 🙂
Un abrazo
Gracias por el tema José Luis. Lo cierto es que hay jefes y lideres. Ideal que el jefe fuera líder pero es bastante difícil encontrar esta «especie desarrollada» en el medio laboral real de nuestras empresas.
Un abrazo.
Gracias a ti amigo Daniel, y muy bien dices, en esta selva la especie jefe/lider no abunda, ya no es que esté en extinción, es que aun no se ha desarrollado 🙂