¿Eres de los que piensan que si una puerta se cierra, otras se abrirán, con las que aprenderás a poner a prueba tus propias capacidades?.
O por lo contrario, ¿eres de los que piensan que el tren pasa sólo una vez y si no tes subes no vuelve a pasar?.
Es muy fácil de contestar, no dudes, ¿crees que siempre hay otra oportunidad o crees que éstas son contadas y no se pueden dejar escapar?
Si eres de los que consideran que la respuesta primera es la adecuada, probablemnte en esta vida se te cerrarán muchas puertas pero serás capaz de abrir otras muchas. De hecho tu alegría de la vida será abrir cuantas más puertas mejor. Lo que hay detrás de ellas ya es otro cantar.
Si eres de los que creen que la segunda es la respuesta adecuada, muy probablemente pierdas el tiempo de tu vida lamentándote por las puertas que se te han ido cerrando a lo largo del camino, lo que pudieron haber significado y a dónde te habrían conducido.
Es cierto que todos debemos de aprender de nuestros errores y que si una de esas puertas se nos cerró sin nosotros quererlo, debemos de aprender de ello, pero no debemos de estar en ningún momento perdiendo el tiempo lamentándonos por ello, porque lo único que conseguiremos es perdernos algo que nos espera, el cual muy probablemente valga la pena el que lo descubramos.
El otro día hablando con un amigo, nos lamentábamos ambos de ocasiones perdidas, de cosas pasadas que de no haber acontecido probablemente nos habrían cambiado el curso de la vida. Cada cual tomamos nuestras decisiones en su momento y lo que pareciá que era lo adecuado antes, con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que había sido todo lo contrario.
«¿Y qué se puede hacer ahora?» (Le pregunté yo)
Y realmente si lo piensas friamente, en ningún momento pensamos cualquiera de los dos que las actuaciones que realizamos fuesen erróneas, pero al final nos damos cuenta que las cosas pasan y ante eso de poco vale el lamentarse.
Como se suele decir, «a toro pasado» si volviésemos atrás , ¿hubiésemos repetido nuestras actuaciones?. Puede ser que sí o puede ser que no. Pero en aquel momento y sin saber lo que posteriormente ha acontecido, casi seguro de que hubiésemos obrado de igual manera.
Las personas son como son. Debemos de darnos cuenta de que todos los días estamos cerrando y abriendo puertas. Unas vale la pena el abrirlas y otras no, pero el éxito del día a día está en poder abrirlas. Lamentarse por las puertas cerradas no compensa ni conduce a nada.
Lo que debemos aprender es a buscar nuestras propias puertas y más teniendo en cuenta que la vida pasa muy deprisa y de nada vale lamentarse.
Hola José!
Excelente reflexión. Ante todo, tenemos que ser positivos.
Yo creo que si haces o piensas algo, debe ser con todas sus consecuencias, sin lamentarse después. Y si las cosas no salen como tú querías, siempre habrás aprendido algo en el camino.
El tren no pasa sólo una vez y aunque pierdas el AVE, ¿quién te dice que no vayas mejor en el Regional?. Éste, te permitirá ver detalles que con el primero no habrias podido apreciar…aunque tardes más en llegar, el camino tal vez te resulte más satisfactorio finalmente…nunca se sabe.
Un abrazo. Patricia.
Buenas amiga Patricia, se nota que eres de las que disfrutas más con el proceso que con el resultado.
Eso es bueno, porque siempre hay esperanzas para poder disfrutar de lo que unohace y siendo positivo, la angustia interior es menor.
Un beso
¡¡Cuanta razón tienes Pablo al pensar así!!
Yo pienso que ganaríamos mucho más con esas ideas, pero el entorno se está volviendo muy hostisl y propenso a lamentaciones, con lo cual al final siempre acabamos lamentándonos de algo. Lo importante es no hundirse en esa idea, sino sacar una lección para el futuro.
Un abrazo