Siempre hay un eterno dilema cuando se analiza si determinadas personas o actitudes pueden ser de nacimiento o pueden adquirirse posteriormente y no iba a ser menos el tema del liderazgo y el de ser jefes, o sea mandar. ¿Un jefe o un líder nace o se hace?
Os cuento una pequeña historia para ilustraros el tema:
Recientemente en un parque en el que estaba con mi hija pequeña me dio por observar el comportamiento de un grupito de niños que no pasaban de los 6 años para ver cómo actuaban. Y es que muchas veces puedes observar en los niños comportamientos sin malicia de ningún tipo que nos permiten comprender y explicar determinadas actitudes en la sociedad.
Me fijé en seguida un un grupito de niñas que querían jugar a Blancanieves. Una de ellas sin duda parecía llevar la voz cantante del grupo y mientras observaba como las otras cinco se peleaban por ser la protagonista, o sea, Blancanieves, esta niña lo tenía bien claro: ella quería ser la ‘madrastra’.
Ciertamente me sorprendió ese hecho ya que por lo normal las niñas quieren ser princesas en estos juegos. Por ese motivo empece a conversar con la madre de esa niña y al poco de empezar me sorprendió soberanamente una frase que me dijo: ‘Mi hija quiere ser la madrastra porque le gusta mandar’.
Realmente me quedé sorprendido porque no era algo esperado por mi, pero que ha dado lugar a la realización de este post.
¿El jefe o el líder nacen o se hacen? ¿Hay quien nace para mandar y quién nace para ser mandado? ¿Qué es lo que influye en que una niña de 5 años quiera mandar?
Realmente esta breve historia encierra muchos de los componentes que nos podemos encontrar en la sociedad, pero sobre todo me hace creer que el tema del liderazgo es algo que nace con uno mismo y que derivará en el futuro hacia que el que lo posea se convierta en un líder, en un jefe o bien incluso que estas habilidades se pierdan porque el entorno en el que los niños crecen hacen que se vayan ‘adormeciendo’.
Pero lo que pude concluir con esta experiencia es que las ‘dotes de mando’ nacen con uno y que en las relaciones dentro de una organización o mismamente en la sociedad (como en este caso en un grupo de niños), el que las posee quiere rodearse de un grupo de individuos a los que les gusto ser mandados o liderados (bien sea un jefe o un líder).
Lo cierto es que mucha gente admite que no vale para mandar, que no han nacido para ello, lo cual me da a entender que el componente genético está en la figura de un líder o de un jefe, pero que como todo en esta vida, deberá de ser potenciado desde pequeños si queremos que estas cualidades permitan al que las posee destacar por ellas y, como en este caso, además de fomentarlas, deberán de ser guiadas por los padres para que esas ganas de mandar se conviertan en ganas de liderar y no simplemente de mandar como cualquier jefe que nos encontramos en casi todas las organizaciones.
A mi modo de ver, las cualidades de liderazgo nacen con uno. Hay quien las tiene más desarrolladas que otros. Su entorno social, familiar o cultural, podrá hacer que esas dotes se acentúen y se dirijan de la forma adecuada o, sencillamente, desaparezcan por la aparición de otros valores como los de pertenencia a un grupo en términos de igualdad, ganas de pasar desapercibido en el grupo del que forma parte,…, de ahí que si no potenciamos desde pequeños estas cualidades para crear líderes en los niños que las poseen y que no se tuerzan y queden simplemente en ganas de mandar, luego no nos lamentemos que que entre los adultos no encontramos verdaderos líderes.