El punto de inicio de la superación de cualquier problema hoy en día es la autoestima. Y es que es el sentimiento de valía hacia la propia persona que se manifiesta por la aceptación y valoración del yo, la motivación, el trato con dignidad y el amor hacia uno mismo. ¡¡Ojo no confundirlo en cierta medida con el narcisismo mal mirado!!.
Y no iba a ser menos válida esta definición dentro del mundo de las organizaciones y de los RRHH.
Se trata de un aspecto fundamental y podría ser definido como el pilar clave sobre el que se sustenta nuestra felicidad como personas, tanto como entes individuales como miembros de una organización, dando en este caso igual el tipo de la misma.
Por lo tanto, la autoestima es algo necesario para que los individuos nos podamos desarrollar como tales, amos y señores de nuestro cuerpo, de nuestra mente, de nuestras emociones y de nuestras decisiones. Y es que nuestra felicidad nos va en ello.
Y es que dentro de cada organización, aún siendo miembros de un equipo, es necesario que cada uno de nosotros de forma individual intentemos desarrollar nuestras habilidades emocionales que nos permitan el crecimiento personal, así como el desarrollar un grado de autoestima que nos permita conseguir nuestro éxito profesional y personal. De poco vale en las organizaciones la obtención del fin último si para ello se ha utilizado el cortar de raíz la autoestima de sus miembros.
Por desgracia, en muchas organizaciones, prima el éxito sobre el esfuerzo, aunque rara vez nos encontramos el primero sin el segundo y muchas el segundo sin el primero.
¿Qué es lo que realmente nos potencia la autoestima como individuos?
En toda entidad empresarial compuesta por personas, el reconocimiento del éxito obtenido en lo que emprendemos por el resto del grupo, nos ayuda enormemente a fortalecer nuestra autoestima. No obstante, si no alcanzamos el éxito pese a tener el convencimiento de que has dado lo mejor de ti, implica que el reconocimiento público quedará aparcado para ocasiones mejores. Es cuando la falta del reconocimiento al esfuerzo personal acaba minando nuestra autoestima.
Es ahora, una vez planteado todo, cuando surgen los dos ejes fundamentales acerca de como han funcionado los departamentos de RRHH y los miembros de los equipos en los últimos años.
-Por un lado, si como entes individuales reconocemos que somos nosotros mismos los que debemos de desarrollar actitudes propias que nos incrementen la autoestima, ¿por qué consideramos que ésta es exclusivamente fruto de un reconocimiento externo del resto de los miembros del grupo? Y apliquemos un poco de Inteligencia Emocional. Si somos conscientes de nuestro esfuerzo, de haber llegado al máximo de nuestras posibilidades, de saber que el trabajo encomendado no lo podrías haber hecho mejor, deberíamos de estar satisfechos por lo realizado y por lo tanto reforzar nuestra autoestima. Pero no es así. Supeditamos la autoestima al reconocimiento de terceros, cuando conceptualmente es algo propio en nosotros, intrínseco a los individuos, a nuestra forma de ser, de pensar y de actuar. Nada debería de tener que ver con factores externos.
-Por otro, los departamentos de RRHH se han dejado llevar por la vorágine del mercado tan competitivo actual. Por este motivo han tomada la dirección de que para reconocer el cometido de una persona algo había que valorar o medir, y se decidieron por valorar y apreciar el éxito, como sinónimo de la consecución final de lo encomendado al individuo. En ningún momento se pararon a pensar que dos individuos con el mismo objetivo final, uno puede llegar a él fácilmente sin esfuerzos mientras que el otro no lo consigue pese a hacer todo lo posible para ello. Pero para estos departamentos (no los únicos) lo válido son los resultados, algo que ha derivado en el hecho de minar la autoestima de muchos de los miembros de las organizaciones.
Y todo esto es importante, porque la falta de autoestima es como una espiral en la cual la única salida que se antoja es la separación del miembro afectado por una baja autoestima de su equipo. Es decir, de la baja autoestima no se deriva nada bueno.
A mi modo de ver, este ha sido un defecto de muchos departamentos de RRHH (y de departamentos de otras funciones) y es el de no saber conseguir que los miembros de las organizaciones consigan aumentar su autoestima en aras de conseguir dar el 110% de lo que pueden. Hablando en ‘plata’, han carecido de las dotes de motivación suficientes para conseguir reflotar situaciones complejas.
Y atendiendo a lo que se conoce como Inteligencia Emocional, es bueno que cada individuo se sienta a gusto consigo mismo, pese a que no posea el reconocimiento externo, ya que la fortaleza de la autoestima sale de uno mismo no de las opiniones muchas veces infundadas de terceras personas.
Debemos de olvidarnos de nuestro entorno para crecer de forma consistente en nuestro interior, porque es la única forma de poder superar nuestros límites.