Sección práctica de los viernes. Hoy un caso de ¿motivación o de desmotivación?
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Trabajas desde hace cuatro meses como becari@ en ARTURO&DERSEN, famosa consultora en administración de empresas (en su momento). Hasta ahora las cosas no te han ido muy bien. Cuando te concedieron la beca te hizo mucha ilusión, ya que el sueño de tu vida siempre había sido convertirse en consultor@, para lo cual estudiastes Ciencias Empresariales e hiciste un master en el extranjero. Sin embargo, lo que parecía una gran oportunidad no resultó serlo. Desde que llegaste a la empresa te has dedicado solamente a hacer fotocopias y a mecanografiar las cartas e informes que los consultores realizan para los clientes. Piensas que has invertido mucho tiempo en formación como para terminar trabajando de auxiliar administrativo. El trabajo lógicamente te parece poco interesante y aburrido y no has aprendido nada nuevo. Además nadie reconoce tu esfuerzo.
Eres una persona muy sociable, te encarta conocer gente y piensas que el trabajo es un buen lugar para hacer amigos. Pero, te sientes aislad@. Ocupas una pequeña mesa en el archivo que se encuentra en el sótano, donde nadie baja nunca y además tienes poca luz.
Sin embargo, esta mañana ha ocurrido algo increíble, el director general Joaquín Cruz, te ha llamado para hablar contigo. Estás totalmente anonadad@, pensabas que ni siquiera sabía que existías. Probablemente quiera decirte que tu beca ha terminado y que van a prescindir de ti. Sin embargo, la conversación ha sido muy distinta. Te ha dicho lo siguiente:
“Fulan@, ha llegado tu oportunidad en esta empresa. Últimamente tengo problemas para entenderme con mi equipo de consultores. No sé cómo dirigirlos, mi relación con ellos es muy cordial y, en general, existe buen ambiente de trabajo entre nosotros. Me respetan profundamente y siempre aceptan mis decisiones. Sé que les gustaría que yo les indicara como tienen que hacer sus tareas, pero el trabajo de consultoría requiere mucha intuición y cada cliente es distinto, por lo que no se pueden establecer procedimientos. Intento ser muy considerado con ellos, es mi estilo natural, y me preocupo por su bienestar. Sin embargo, el equipo no funciona últimamente. No sé cuál es el problema y he pensado que tu puedes ayudarme. Si quedo satisfecho te recompensaré con un puesto de consultor y habrán acabado tus días como becari@. Ya tengo un caso guardado para ti”.
Todavía no te lo puede creer, es la oportunidad que esperabas. Ser consultor@ es el sueño de tu vida. Está ssegura de que puede solucionar el problema, solo te hace falta consultar los apuntes que tienes de cuando eras estudiante. Sin embargo, no puedes evitar que la duda te asalte: ¿será verdad lo que te está prometiendo Joaquín Cruz?.
¿Qué pensarías tú?
Personalmente me daría igual si es verdad o no. Creo que la pregunta es ¿me compensa intentarlo? A mí sí, desde luego.
La motivación es algo que debe provenir del interior de uno mismo.
En mi opinión la solución no está en los apuntes sino que pasa por hacer un proceso de coaching con el director general. Seguro que él sabe como resolver el problema, lo que pasa es que le pide consejo al consultor/becario porque es más fácil y así el riesgo de equivocarse lo toma otro 🙂
Si a cambio de unos días de trabajo con el director general, que en caulquier caso van a suponer una experiencia enriquecedora para mí como becario, consigo el puesto de consultor con el que sueño, pues perfecto.
Si no, al menos gano dos cosas:
1) Ya sé lo de fiar que es el director general. Momento ideal para dejar la empresa y probar suerte en otro sitio.
2) La experiencia de haber trabajado un proceso de coaching con el director general, de la que seguro he aprendido un montón de cosas.
JM
Más claro imposible que lo digas.
Me ha encantado tu respuesta, y efectivamente la respuesta es la que has dado: ¿me compensa? claro que si. Nada hay que perder en una situación así.
¿Comprometerse o involucrarse? En este caso hasta interesa comprometerse porque hay muchas cosas a ganr y muy poquitas a perder.
Además tienes toda la razón, me niego a pensar que el que me lo encarga no lo podría resolver por el mismo. Por lo tanto puedo llegar a imaginar que es una especie de prueba, ¿con qué fin? yo creo que el de probar mi idoneidad en la empresa. Por lo tanto el esfuerzo y la entrega por mi parte, si estoy en este caso sería total.
En el mejor de los casos, supodría mi permanencia en la empresa.
En el peor, acabaría la beca, me iría, pero con una experiencia profesional fabulosa.
Gracias amigo.
Y repito, me ha encantado tu comentario.
Saludos
Yo creo que hay detalles que sólo se ven desde fuera, en este caso el chico todavía no ha echado raices, por lo tanto es como un extraño… y por otro lado, si se ven desde dentro, es probable que la gente se los calle por seguir manteniendo la convivencia sin mayores explosiones.
En todo caso, por ética, no creo que tengamos que callarnos nuestra respuesta, más allá de una posible recompensa, además en una situación tan tétrica como de la que se parte no creo que haya nada que perder
Efectivamente amigo Hagetmau, la clave esta desde el punto de vista del becario en que en realidad él no tiene nada que perder,no obstante si que parte con el handicap de como sera visto e interpretado por el resto de empleados.
Un saludo amigo