Un exceso de titulados anula los títulos. Cuantos más hay, menos valen; según el INE (Instituto Nacional de Estadística), un tercio de los asalariados tienen una titulación superior a la necesaria para el puesto que ocupan (yo creo que más, pero me vale). Y esta desvalorización de los diplomas y las competencias no afecta solamente a los puestos de cartero, cajero de banco o revisor del ferrocarril, donde ya en general se requiere un título universitario, ¡un papel que hace solo cincuenta años bastaba para convertirlo a uno en un intelectual!
Padecemos un mal endémico, ‘la titulitis‘.
Ya lo advirtió la filósofa Hannah Arendt: ‘el capitalismo engendra bienes superfluos, y lo primero que se puede considerar superfluo somos nosotros mismos’.
Vivimos en el mundo del exceso: hay demasiados cafés, demasiadas revistas, demasiados tipos de pan, demasiadas grabaciones digitales de la Novena de Beethoven, …., demasiados titulados.
Sin embargo, no te apresures a tirar tus títulos. Aunque estos documentos no miden ni la inteligencia ni la competencia, no dejan de ser la prueba de que el asalariado sabrá adaptarse. Solo el alumno que ha sido capaz de soportar durante cierto número de cursos la estupidez de sus maestros y el instinto gregario y espíritu de imitación de sus compañeros, será capaz de vivir durante unos treinta años más o menos en un entorno empresarial, con su jerigonza y sus tareas repetitivas.
Porque eso es lo que se espera de ti, ahora que la mayoría de las profesiones ya no exigen un elevado nivel de cualificación técnica o intelectual.
Son básicamente una rutina y requieren tan poca iniciativa y espíritu de innovación que cualquier persona con los estudios apropiados se encuentra ya de entrada sobradamente preparada para la mayoría de los puestos de trabajo disponibles (que dicho sea de paso, tampoco son muchos).
Así pues, basta con ser mediocre para sobrevivir en el mundo de la empresa hoy en día. Destacar para lo bueno es malo y destacar por lo malo ya no lo es tanto, ya que, a fin de cuentas tienes un título que avala tu potencial negligencia.
Pasa desapercibido porque asi los trepas y los falsos tienen su oportunidad en el universo civilizado de las grandes organizaciones: la empresa es democrática.
Autor: Jose Luís Del Campo Villares
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