El joven, con el mérito de no tener lorzas ni michelines que le deformen el traje, accede con inocente confianza al mundo del trabajo.
Cree que las palabras proactivo y benchmarking significa algo. Está convencido de que la sacrosanta conminación ‘sé independiente’ debe tomarse al pie de la letra, espera que sus méritos se vean reconocidos y espera… que lo quieran. ¡Ah, la juventud!
El joven es especialmente valioso porque la casa (organización o empresa) espera de él cosas contrapuestas: que se calle y que proteste, que aprenda y que proponga, que se adapte al resto y que destaque… Es un poco lo que les sucede a los niños en las familias: los padres desean que su querido retoño los respete y se les parezca, pero al mismo tiempo esperan que triunfe allí donde su madre o su padre han fracasado, dos anhelos que a menudo son absolutamente incompatibles.
¿Qué le está pasando al joven de hoy en el mercado laboral actual?
El exceso de oferta de mano de obra, convierte a los jóvenes en entes anónimos fácilmente intercambiables.
Y en este punto ya uno a los jóvenes y a los no tan jóvenes.
Está demostrado que todo es susceptible de trueque, incluido el capital humano; Sade ya imaginó una utopía sexual en la que todo el mundo tendría derecho a poseer a cualquier persona: los seres humanos, reducidos a sus órganos sexuales, serían rigurosamente anónimos e intercambiables. Era un depravado aristócrata de fin de raza, por supuesto, pero hoy en día cada uno de nosotros nos hemos convertido en un objeto de cambio destinado a ser colocado y recolocado según las necesidades de la empresa.
Porque para una compañía, la persona cuando está encorsetada por la experiencia, entorpecida por el aprendizaje, desgastada por la repetición o sobrecargada por la influencia de la cultura y el clima, se vuelve un lastre. ¡Cuánto pesa la masa humana! Es un obstáculo para el futuro de movilidad generalizada que intentan imponernos a todos.
Hola josé Luis:
Magnífico post que refleja lo que pasa en casi todas las empresas. Mientras no cambie la forma de pensar y hacer, se sucederán generaciones de jóvenes dispuestas a morir por las empresas, muriéndose ellos mismos al cabo del tiempo.
Un abrazo
Buenas Fernando y muchas gracias.
Lo cierto es que las empresas como han funcionado hasta la fecha es alienando a la inspiración y el espíritu de los jóvenes, que ahora ya no lo son, y no serán capaces de recuperar ese espíritu para salir de esta.
Necesitaremos de nuevo ese espíritu pero los jóvenes de hoy no van a tener oportunidad de demostrarlo laboralmente 🙁
Un abrazo