Probablemente uno de los mayores errores que se pueden encontrar actualmente en nuestro país es el enfoque erróneo que tanto trabajadores como empresarios hacemos del rendimiento laboral. Como muestra un dato: En España somos uno de los países que más horas “echamos” al trabajo, sin embargo, somos uno de los países menos productivos. Traducción: No aprovechamos el tiempo. Algo que puede ser un cliché muy gracioso pero que a la hora de generar riqueza puede salir muy caro.
El fomento de la productividad más allá de las horas de trabajo es un dato importante que no debemos pasar por alto. Como el viejo dicho de filosofía proclamaba: “No me cuentes cuánto has trabajado. Dime qué has hecho” parece ser clave para desarrollar un buen trabajo, y más importante aún, para sentirnos orgullosos del mismo.
Se trata de un modelo que es reconocido en algunos de los países más prósperos del mundo y un elemento indiscutible en cualquier modelo de negocio capitalista. No se trata de estar sentado muchas horas, sino de que detrás de esa actividad haya resultados. Como dato, resaltar que en algunos países, como Noruega o Suecia, las tan famosas “horas extra” se consideran algo negativo, puesto que significan que el empleado no ha sido capaz de realizar su labor en el tiempo que se considera establecido para ello. Este cambio de mentalidad es una de las bases que quizá España debería empezar a corregir. Existen otros ejemplos famosos, como el de las grandes compañías Pixar o Google, que han creado unas sedes empresariales lo más acogedoras posibles (con gimnasios, zonas de descanso y recreo) y sin horarios de entrada o salida. Todo se cuantifica a razón de la productividad, y viendo sus cifras de negocio y el éxito en sus campos, malo sería que no tomáramos nota de ello.
No se trata sólo de que velemos por la calidad de la empresa de cara a la galería. Bueno es que seamos capaces de ofrecer una excelente calidad en nuestros productos (que al final será el motivo usado por el cliente para decidir), una plataforma online que ofrezca seguridad en Internet (Certificados ssl o similares) para los clientes o un sistema de logística o distribución puntero (Inditex y su éxito son un gran ejemplo), por poner tres ejemplos. Pero si de verdad queremos ser grandes, el único camino pasa, le pese a quien le pese, por una simple palabra: Resultados. Ése es el fin al que se deben encaminar nuestros pasos.
Me gusta el artículo sobre productividad pero creo que hay una visión muy orientada hacia la persona y que le falta orientación grupal, de organización, algo así como la productividad del equipo, de la planta.
Estamos en contacto.
Un saludo.
Cierta esa visión amigo Jesco. Falta en muchas organizaciones la cultura empresarial de apoyo a la productividad como un todo. Deberían ir de la manao ambas, la individual y la del equipo. 🙂
Un saludo
Hola, José Luis. Estoy de acuerdo contigo y con los nórdicos (en Suiza, por ejemplo, también he leído que lo de las «horas extra» no les va). En España existe demasiada cultura del presencialismo y no sólo por parte de algunos jefes, sino que algunos trabajadores también lo creen y lo fomentan. En fin….
En Alemania trabajan menos horas y producen más, cierto, aunque no sólo tiene que ver con el presencialismo español, que también, sino con tipo de producción (hacen cosas de más valor añadido) y con los medios (están más equipados). Si comparamos a igualdad de condiciones (pongamos fábrica de VW contra fábrica de VW), la cosa ya no está clara, de hecho, muchas factorías españolas están entre las más productivas de Europa. Y en cualificación tampoco andamos mal, por eso Alemania se está llevando a muchos de nuestros licenciados.
En definitiva, el problema es de cultura empresarial en España, pero también de cómo está estructurado el sistema productivo. Tampoco somos tan malos (aunque sin duda, debemos mejorar en muchos aspectos).
Como anécdota final, en una empresa en la que estuve, cuando me iban a contratar, me dijeron que el horario era de nueve a dos y de cuatro a nueve, es decir, diez horas diarias. Ante esto, yo decliné amablemente su oferta, explicándoles en un correo todo esto de la productividad. Como ellos querían contratarme, me dijeron que ya llevaban tiempo pensando en reducir el horario y que si yo aceptaba ir con ellos, lo pondrían en práctica. Al final, entré en la empresa, el horario se redujo primero a nueve horas y luego a ocho, y el trabajo continuó haciéndose igual (o mejor).
Un abrazo
Pablo Rodríguez
Muy buenas amigo Pablo, un gustazo verte por aquí 🙂
En el ejemplo que pones de VW es verdad, nuestras plantas son tan o más productivas que las alemanas.
Tu último ejemplo me ha dado pie a escribir esta semana algo más sobre el presencialismo y me permite un ejemplo en un trabajo en el que estuve: pregunté el primer día el horario y me dijeron que se trabajaba de 8 a 15 horas al dia. Yo pensé que era de 8.00 a 15.00h porque ese era el horario, pero no
eran 8-15 en número de horas al día :-))))
Un abrazo