Como humanos que somos, cada vez que nos enfrentamos a una nueva situación, a un cambio en nuestra vida profesional o personal y además somos conscientes de que esta nueva situación se va a convertir en permanente, por lo menos durante un largo plazo de tiempo, siempre tendemos a intentar generar rutinas que nos faciliten la nueva adaptación.
Es decir, convertir lo nuevo, los cambios, en algo habitual que todos realizamos como sistema de defensa ante nuestra aversión a los cambios. Mientras antes generemos nuevas rutinas antes superaremos el ‘trago’ del cambio.
Muchos son los que consideran como ‘bendito’ el ‘ritual de lo habitual’, no romper el día a día, las costumbres, no alterar nuestra zona de confort.
Y esto lleva un doble peligro, ya que a pesar de ser las rutinas y adquisición de hábitos un mecanismo de defensa, se convierten en una limitación a nuestro crecimiento personal y/o profesional. Nos conformamos con no salir de nuestra zona de confort pero eso lleva aparejado el alejamiento de posibilidades de mejora.
El doble peligro indicado viene dado primeramente por el hecho limitar al máximo nuestra creatividad. Adquirir rutinas y estandarizar comportamientos y conductas, mitigan los efectos de los cambios, pero limitan a la vez nuestra capacidad creativa para solventar adversidades así como la de buscar soluciones talentosas que nos ayuden a prosperar. Amoldarse a lo habitual da seguridad pero reduce al máximo la creatividad.
Y como segundo punto negativo que lleva aparejada la rutina y lo habitual viene dada por un factor esencial en la condición humana, el aprendizaje. Ya no es sólo que renunciemos a la creatividad (factor intrínseco) al generar rutinas, sino que estamos renunciando al aprendizaje (factor externo) que significa el enfrentarse a los cambios que nos vengan encima y que nos permitirán adquirir nuevos conocimientos para afrontar nuevos cambios.
Todo humano evoluciona a base del aprendizaje continuo y este será empleado por cada uno de nosotros en base al aprendizaje previo que hayamos tenido y a nuestras dotes de creatividad.
Pegarse al ‘ritual de lo habitual‘ como sistema de defensa no es la solución para conseguir ni el crecimiento como personal ni el crecimiento como colectivo. No se ha evolucionado como sociedad y, llevado a las organizaciones, ninguna empresa ha crecido, aferrándose exclusivamente a la zona de confort. El éxito, reconocimiento y en definitiva, el talento, solo surgen con una clara postura de afrontar la salida de nuestra zona tranquila y contemplar todos los cambios como oportunidades de aprendizaje y de mostrar la creatividad de nuestro talento.
Cuánta razón! 🙂
Gracias amiga 🙂
Cuánta razón! 🙂
A menudo nos agarramos a lo cotidiano, la rutina, nos acostumbramos a esas cuatro cosas diarias ignorando la riqueza que nos puede aportar el cambio de camino de vuelta a casa desde el trabajo, las nuevas caras que nos cruzaremos..la ruptura con lo recurrente.
Como siempre lo inteligente es saber encontrar el camino acertado en cada momento.
El cambio, la variación…para que sea edificante precisa de un pilar.. de lo contrario puede convertirse en huída…
En fin…no todo el mundo es feliz buscando libertad!!
Buenas amiga Lourdes. Lo que dices va en la forma de ser de cada uno y, sobre todo, en lo que hayamos aprendido hasta nuestra madurez. Siempre abierto a ver en cada esquina oportunidades, eso si, sin dejar de ser realista y utópico.
Yo creo que es un estilo de vida que se impone la gente que desde pequeñito lo ha ha percibido en su entorno, por eso es bueno inculcarlo a los peques 🙂
Un beso