La superacion como una motivacion

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La superacion debe de entenderse como aquellos actos o conjuto de actos encaminados a mejorar, o salir de la situacion que uno se encuentra. Esa es la motivacion, la «mejora» con lo que nos motivamos para poder hacer lo que hasta ahora no habiamos hecho y sacamos nuestro espiritu de superacion.

Superacion es optar a alcanzar lo que no hemos conseguido antes, o bien entendido como el acto de querer ir mas alla de lo conseguido.

Son dos concetos unidos desde su raiz. El afan o espiritu de superacion es realmente la motivacion o el resorte que hace saltar a esta.

Te quieres superar, porque estas motivado para ello. Nunca se uede conseguir la superacion si no se produce la motivacion que surja con ese motivo.

Os dejo aqui unas reflexiones sobre la motivacion y el afan de superacion que espero que os gusten.

“Si alguien va cuesta abajo, no necesita motivación para ir más rápido. Lo que necesita es educación para cambiar su destino”.

“La educación formal le permitirá tener una vida decente; la auto educación le permitirá ganar una fortuna”.

“El aprendizaje es el inicio de la riqueza. Es el inicio de la salud. Es el inicio de la espiritualidad. Investigando y aprendiendo es donde todos los procesos milagrosos empiezan”.

“Cuando asistas a clases, asegúrate de obtener información. Lo que pienses sobre esa información es su responsabilidad. Lo que vaya a hacer con ella pronto será su responsabilidad. Pero mientras está allá, asegúrese de obtenerla. De hecho, mi consejo es: ¡No salga de la clase sin ella!”

“Nunca se arrepienta del dinero invertido en su educación”.

“Si asciende en su curva de aprendizaje. Muy pronto tendrá más respuestas de las que necesita”.

“Tu vida cambiará cuando tu cambies”.

Como decir algo que es complicado: «La comunicacion y la resolucion de conflicto»

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En ocasiones afrontar una conversación o presumiblemente una discusion nos estresa hasta el punto de dejarla hasta el último instante.

Es en estas ocasiones es cuando solemos creer que no hay forma humana de decir lo que «tenemos que decir», aunque sabemos que el decirlo es algo inevitable y que no por retrasarlo se va a dejar de hacerlo.

Un aumento de sueldo, despedir a alguien, llamar la atención de un compañero, discutir un proyecto, una entrevista de trabajo, o hacer un reclamo en la oficina son algunos ejemplos de las miles conversaciones difíciles que podemos tener.

No obstante, nuestra actitud y preparación para ese momento, tienen una gran incidencia en el resultado final.

Esta claro que lo que no puede ser , no puede ser y «ademas es imposible». Si la conversacion se presume dificil, asi sera. La idea es tratar durante toda la charla de ir generando acciones que bajen los niveles de conflicto lo más posible.

Es indisensable el hecho de separar las personas de los problemas, porque de no hacerlo la conversación se transformaría directamente en un conflicto entre quienes hablan. El conflicto siempre esta en lo que se discute y no con quien se discute, eso lo debemos de recordar en todo momento.

Los prejuicios: algo a eliminar

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Prejuicio (del Lat. praejudicium = juzgado de antemano) es, como lo dice su nombre, el proceso de «pre-juzgar» algo. En general implica llegar a un juicio sobre el objeto antes de determinar la preponderancia de la evidencia, o la formación de un juicio sin experiencia directa o real.

El prejuicio surge por conveniencia, para discriminar, descartar o dominar a otras personas o aceptarlas preferentemente, sin tener remordimientos y sin pararse a pensar si eso es bueno o malo, o si es una opinión objetiva o subjetiva.

Es una de los peores males que puede encontrarse una sociedad que se dice moderna. La discriminacion por prejuicios de cualquier tipo, atenta contra la tolerancia y sobre todo contra las libertades de cada individuo.

Si una sociedad quiere progresar, debe de expulsar los prejuicios de su funcionamiento. Son meramente un estorbo que entorpece el desarrollo de los indivduos que la componen.

Os dejo esta historia que siemre me ha gustado:

En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de 10 años entró en un establecimiento y se sentó a una mesa. La mesera puso un vaso de agua en frente de él. “¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con almendras?” pregunto el niño. “Cincuenta centavos”, respondió la mesera. El niño sacó su mano de su bolsillo y examinó un número de monedas. “¿Cuánto cuesta un helado solo?”, volvió a preguntar.

Algunas personas estaban esperando por una mesa y la mesera ya estaba un poco impaciente. “Treinta y cinco centavos”, dijo ella bruscamente. El niño volvió a contar las monedas. “Quiero el helado solo”, dijo el niño. La mesera le trajo el helado, y puso la cuenta en la mesa y se fue.

El niño terminó el helado, pagó en la caja y se fue. Cuando la mesera volvió, ella empezó a limpiar la mesa y entonces le costó tragar saliva con lo que vio. Allí, puesto ordenadamente junto al plato vacío, había veinticinco centavos… su propina.

Jamás juzgues a alguien antes de tiempo

Superar obstaculos es sinonimo de oportunidad de mejorar

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La vida esta llena de cambios y de obstaculos que uno debe de superar. cada uno de los mismo, supone una posiblidad de cambio, de mejora, todo depende del enfoque que le quiera dar cada uno. Ser positivo, observar la situacion y actuar en conciencia y con buena voluntad te permitira superar los problemas que te puedan surgir.

Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino. Entonces se escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda roca. Algunos de los comerciantes más adinerados del rey y cortesanos vinieron y simplemente le dieron una vuelta. Muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para sacar la piedra grande del camino.

Entonces un campesino vino, y llevaba una carga de verduras. Al aproximarse a la roca, el campesino puso su carga en el piso y trató de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y fatigarse mucho, lo logró. Mientras recogía su carga de vegetales, notó una cartera en el suelo, justo donde había estado la roca. La cartera contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que removiera la piedra del camino. El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron.

Cada obstáculo presenta una oportunidad para mejorar la condición de uno.

Esta historia te demuestra que el cambio esta en uno mismo, nosotros somos los rinciales catalizadores del mismo y de como queremos gestionar los cambios en nuestra vida.

La ira es mala ¿siempre?

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No me voy a meter en intentar definir lo que es la ira, porque me consta que todos nosotros ya lo sabemos. Al margen de la problemática que la ira en sí misma supone para un individuo, a veces hacer uso de ella tiene retribuciones que hacen que se mantenga como conducta habitual en determinadas situaciones, lo que si bien puede resultar gratificante a corto plazo, a medio y largo plazo implica el mantenimiento y consolidación de maneras de actuar que quedan instaladas como patrones de conducta muy poco recomendables o incluso dañinos.

Como habito de conducta y estilo de comportamiento, claro esta que no es buena politica emocional. No obstante existen situaciones en las que actuar con ira lleva aparejadas una serie, aunque sea durante un instante de gratificaciones.

Entre las gratificaciones que la ira proporciona encontramos los siguientes:

– Rehuir la propia responsabilidad en determinadas circunstancias, trasladándola a otra u otras personas. (autoenganarse realmente).

– Culpabilizar a otro de un incidente cuando hemos tenido participación o hemos sido nosotros sus causantes, derivando la responsabilidad y tranquilizando así la propia conciencia.

– A veces actuar con ira le hace, sentirse a uno importante, como por ejemplo ocurre cuando haciendo ostentación de su cargo una persona actúa airadamente con sus subordinados imponiendo por la fuerza su autoridad. Es una forma de satisfacción mediante el ejercicio del poder que el cargo proporciona (muy alejado del verdadero comortamiento que deberia de tener un buen lider).

– De forma parecida a la anterior, actuar con ira es también una forma de centrar la atención en uno mismo, que hace a un individuo sentirse importante, afianzando la impresión de valía personaL

– Como simple desahogo del malhumor, la frustración, la impotencia o la incapacidad.

– Excusa para no realizar determinadas acciones o para que se produzcan acontecimientos no deseados.

– Cuando no hay ningún interés en solucionar un problema mediante el diálogo, la ira puede ser un buen argumento para evitarlo.

-Justificar determinados comportamientos y mantenerlos a lo largo del tiempo.

-Como conducta manipulativa hacia otras personas.

Para nada os aconsejo que os comporteis de un modo iracundo.

La importancia de las cosas

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LA IMPORTANCIA DE LAS COSAS

El mundo en que vivimos no es justo. La falta de justicia es algo que cuesta poco observar si nos detenemos y miramos a nuestro alrededor: guerras donde mueren miles de inocentes, niños a quienes el hambre deforma horriblemente sus peque­ños cuerpos, asesinatos en nombre de no se sabe qué dioses… Además de esta falta de justicia, los seremos humanos compli­camos aún más las cosas y nos dedicamos a perder el tiempo en luchas fratricidas que no llevan a ninguna parte, salvo a hacer más difícil la convivencia.

Posiblemente el mundo en que vivimos no es el mejor mundo de los posibles; seguro que seríamos capaces de imaginar uno mejor. Frente a pequeños momentos de relativa felicidad apa­rece más pronto o más tarde la miseria humana en toda su cabeza: la enfermedad, la pobreza, la tristeza, el terror, la muerte. Pero es el mundo que tenemos y de nosotros depende mejo­rarlo en la medida de nuestras posibilidades.

Quizá debiéramos detenernos por unos instantes y analizar cuidadosamente nuestras vidas. Descubriríamos entonces todas aquellas cosas a las que damos una desmesurada importancia y que en realidad no la tienen. Nos haríamos conscientes de nues­tra humana tendencia. a magnificar lo que nos ocurre y tal vez nos preguntaríamos: ¿¡Hay motivos!? Cerraríamos entonces los ojos y veríamos en nuestra mente ese problema que nos quita el sueño, y al abrirlos de nuevo resultaría que no es tan grave, que en realidad ni siquiera es un problema. ¡Qué paradoja!

La relatividad de las cosas zumba constantemente a nuestro alrededor, pero no nos damos cuenta; estamos tan concentra­dos viviendo nuestras vidas y pensando en lo graves que son nuestros problemas, que no percibimos que las cosas pueden ser mucho más sencillas, que somos nosotros quienes las com­plicamos.

Puede parecernos importante no tener dinero para salir de vacaciones, pero es más importante quedarse sin trabajo y que entonces falte el dinero para comer, y aún es más importante si a esto último añadimos la presencia de una enfermedad incura­ble. Y así hasta el infinito: siempre habrá una cosa más impor­tante que otra.

Recordemos que todo es relativo, que en la vida las cosas solo son importantes porque nosotros pensamos que lo son, pero no porque necesariamente lo sean. No malgastemos nuestro precioso tiempo en «rumiaciones» inútiles sobre todas nuestras desdichas y dediquémonos a vivir, a disfrutar de cada momen­to presente procurando encarar nuestra efímera existencia con el mejor talante posible. Muchas veces se es más feliz con menos que con más, con menos dinero pero con más disposición para disfrutar con las personas que queremos, con menos trabajo pero con más tiempo para dedicado a las cosas que nos gustan.

La verdad es que el tiempo pasa tremendamente deprisa y cabe que, llegado un momento, echemos la vista atrás y nos pre­guntemos qué hemos estado haciendo con nuestras vidas.

UNA HISTORIA ZEN

La relatividad de la importancia de las cosas es evidente si las analizamos con detenimiento. Cualquier cosa que nos parezca muy importante deja de serlo cuando aparece otra que lo es más todavía, pasando esta al primer puesto en nuestra escala de impor­tancia y relegando a aquella a un lugar posterior; y si se presenta una nueva todavía más relevante, veremos cómo la primera, a la que al comienzo dábamos tanta pompa, resulta ser algo anec­dótico comparado con lo que ahora nos ocurre; y así sucesiva­mente, siempre hay algo más importante.

La gravedad de los problemas es subjetiva. La importancia de las cosas es relativa y solo tiene una magnitud: la que nos­otros decidimos.

Veamos un pequeño cuento que nos ilustra al respecto. Se trata de una historia enmarcada en las enseñanzas del zen, escuela budista desarrollada en China y que más tarde tuvo en Japón una gran implantación. El zen aúna en sus enseñanzas reli­gión y filosofía, da una importancia fundamental a la práctica de la meditación y cuenta con muchos adeptos en la actualidad.

– El gato y el samurai ­

En cierta ocasión, un feroz samurai decidió tomarse un des­canso después de una batalla y se marchó a un río cercano con intención de pescar, algo que siempre le había gustado hacer.

Estaba pescando en el río cuando sintió un fuerte tirón en su caña, recogió el hilo y sacó un hermoso pez del agua. Nada más desengancharlo del anzuelo, apareció un gato y dando un salto atrapó al pez entre los dientes y escapó corriendo.

Solo había dado el gato unos pasos cuando el samurai rápi­do como el viento, sacó su espada y dando un golpe al gato le cortó la cabeza. Entonces el samurai se sintió muy triste y acon­gojado por haber segado una vida, sintiendo terribles remordi­mientos por haber matado al pequeño animal, que tenía tanto derecho como él para continuar viviendo.

Empezó a oír maullar al gato en todos los lugares, atormen­tándole. En sus sueños aparecía el gato maullando y el samurai se despertaba angustiado; cuando estaba- con otros samurais oía los maullidos; cuando entraba o salía de su casa los continuaba oyendo. No podía sacar el gato y sus maullidos de su cabeza y cada vez se sentía peor, así que fue a un templo cercano a pedir consejo a un viejo monje a quien todos consideraban un gran maestro.

El samurai contó al monje lo que había ocurrido con el gato y le dijo que los maullidos no le dejaban vivir; el monje le amo­nestó por lo que había hecho, diciéndole que ya que había qui­tado una vida debía pagar con la suya para que la deuda que­dase saldada. El samurai, que era un hombre de honor, aceptólo que el monje le dijo y se preparó para morir. Se dispuso enton­ces a hacerse el harakiri y sacando el cuchillo lo apuntó contra su vientre.

Aunque el samurai era un hombre muy valiente, pensar que estaba a punto de morir le dio cierto miedo, pero escuchó enton­ces al monje que le preguntó si estaba preparado; superando su miedo contestó que sí lo estaba y en el momento en que iba a clavarse el cuchillo el monje le preguntó: «¿ Oyes ahora los mau­llidos?» El samurai contestó que ya no los oía. Dijo entonces el monje que como los maullidos habían desaparecido no había necesidad de que muriese. El samurai aprendió la lección, se levantó y saludando al monje se marchó.

En presencia de la muerte, ¿hay algo que tenga más impor­tancia?