Vamos a ver lo que realmente les importa a las grandes empresas la productividad de este país.
Y me refiero al caso concreto de una gran empresa en la que desde tiempos inmemoriables han estado ‘chupando’ de la Fundación tripartita y fondos europeos para hacer lo que les diera la gana con los créditos formacionales y como han evolucionado ahora que ya los formación les importa 3 pimientos.
Y hablo en primera persona porque si hace 4 años yo les impartí formación ahora la buscan ya de otro tipo.
Siento mucho meterme en estas cosas, pero es que las circunstancias me obligan a ello.
El viernes pasado en declaraciones públicas realizadas por Isak Andic (bwana de Mango), y en el foro del Instituto de Empresa Familiar (IEF), ha salido una propuesta para solucionar el paro juvenil que me ha dejado boquiabierto.
Quieren proponer un contrato de aprendizaje para los jóvenes desempleados hasta que alcancen los 30 años, que por que sea para los jóvenes, esté exento de pagos a la Seguridad Social, y que, por si fuera poco, pueda negociarse el salario entre empresa y trabajador fuera de cualquier convenio, eso si, nunca inferior al Salario Mínimo Interprofesional (SMI).
Pero vamos a ver, ¿por qué se le llama contrato de trabajo cuando se quiere decir esclavitud laboral?
¿Cómo se puede pedir en el siglo XXI que un derecho de un trabajador, como es el que la negociación colectiva en una empresa defienda sus derechos, se tire por el retrete por el mero hecho de que los ‘avariciosos empresarios’ quieran seguir mantenienido sus ingentes beneficios?
¿Esto qué es, un broma, un insulto o sencillamente una envidia de los esclavos sureños del siglo XIX americano?
Hoy me ha dado por volver ‘a cargar’ contra los ‘famosos’ estudios que realizan consultoras y fundaciones recibiendo para ellos ingentes cantidades de subvenciones para decir ‘nada y más’ y en este caso de hoy, por encima, mentir.
Y es que clama al cielo las conclusiones que sacan del cuaderno ‘Capital Humano 122’ elaborado por Bancaja y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) presentado hoy mismo:
La edad y el nivel de estudios son los factores más determinantes para sufrir el Paro de larga duración (correcto)
Un licenciado tiene un 14,5% menos de probabilidad de encontrarse en esa situación que si tuviera estudios primarios, mientras que para un diplomado la posibilidad es 13,8% menor que para una persona que sólo ha cursado primaria. Eso es una mentira que no se la cree ni quien encargó el estudio.
La Revista Conocimiento y Dirección ha tenido a bien incluirme en su número 87 con un artículo que además es portada de este número en el que hablo sobre el puesto de Community Manager y la movilidad 2.0.
Y es que es un tema de actualidad máxima el analizar competencias y aptitudes que debe de poseer este nuevo profesional que suegr al calor del mundo 2.0
Como siempre os digo, no intenta ser este artículo un dogma de fe, pero si arrojar un poco de luz sobre esta profesión y como ha entrado de lleno en el mercado laboral.
Ya he hablado varias veces en el blog sobre la figura del Community Manager, y en esta ocasión es una reflexión algo más amplia sobre el tema intentando sacar más luz sobre una profesión envidiada por muchos y criticada por otros tantos.
Que mediante la unión de un colectivo de personas se pueden obtener resultados soprendentes a los que de modo individual no llegarían nunca ellos por separado, es un hecho. Y es que el trabajo en equipo en cualquier organización es algo fundamental como hace referencia Jordi López Daltell en su último libro ‘Hacer Piña’ (Editorial Urano) donde a través de una historia de descubrimiento y superación personal y colectiva que nos muestra el camino para que “gente corriente” consiga “resultados extraordinarios”.
Pero pese a tener que darle toda la razón, siempre me he preguntado una cosa, y es la de que, sin dejar de ser muy cierto lo anterior, para sacar lo máximo de un equipo ¿se deberá de contar con un buen líder?
Y si vamos a un ejemplo comprenderéis la pregunta.
Steve Jobs, o sea el CEO de Apple, es una figura que se podía considerar como líder en su organización, en la que cuenta con un excelente equipo del que obtiene muchos éxitos. La pregunta sería ¿y si faltase Steve Jobs (cosa que por desgracia puede que pase pronto? ¿El mismo equipo obtendría los mismos resultados?
Siempre me ha encantado oir aquello de que cada uno de nosotros somos la suma de unas circunstancias que han conformado nuestra personalidad y nos han definido como un todo. Pero no estoy del todo de acuerdo con esta forma de definir lo que somos cada uno. Y todo debibo al peso de lo malo.
¿Alguno de vosotros tenía una relación amistosa con alguien al que consideraba una ‘buena persona’, un amigo, y por una determinada cosa que ocurrió una vez, ‘lo cruzásteis’ y cambió por completo vuestra concepción de esa persona?
Y es que la valoración que los humanos hacemos de lo negativo es mucho más pesada (le damos más importancia) que ha todo lo bueno que una persona nos haya aportado hasta el momento, con lo cual, si una persona hablando en porcentajes, en un 99% de las veces la he considerado amiga, cuando hace el 1% negativo, ¿por qué ‘la cruzo para siempre’? ¿No habíamos quedado que cualquiera de nosotros somos una suma de circunstancias? Digo yo que 99 cosas positivas y 1 negativa, deja a la persona en buen lugar y eso no ocurre.
Lo malo marca a una persona de forma más intensa que lo bueno, es más, de lo maol nos solemos acordar más y de forma más intensa que de lo bueno.
Una de las circunstancias que el mercado laboral ha hecho es que profesionales con 15 años o más de experiencia en su trabajo y desempeñándolo bien, se hayan visto abocados a engordar las listas del paro. Y no porque no fueran efectivos en su puesto, sino por el mero hecho de que su empresa, ha cerrado y ‘les ha pillado el toro’.
Es ahí cuando un colectivo de gente de 40 años …. o más se ven de nuevo en la rueda de la búsqueda de empleo compitiendo con los jóvenes que se incorporan al mercado laboral.
Y poco a poco se dan cuenta que en este país aquello de que ‘la experiencia es algo muy valorado’ es una vulgar mentira.
Las empresas meditan muy mucho el contratar a personas de 40 años o más que, aunque con una trayectoria profesional exitosa, poseen muchas veces ya una situación personal que les condiciona y no permite tenerlos a su entera disposición.
Según los últimos datos publicados, un 38% de los alumnos universitarios que empiezan estudios quieren trabajar en una multinacional, entendamos, gran empresa. Un 27% quieren ser funcionarios. Un 28% quieren montar su propio negocio y un 7% trabajarían en una ONG.
Lo más triste aún es que sólo un 11,3% de los ya funcionarios está realmente interesado en ascender laboralmente, lo que da que poco más de 4 de 100 son los estudiantes futuros universitarios quieren prosperar en el funcionariado.
Se sacan una conclusiones muy simpáticas de todo esto:
Casi un 40% de los estudiantes sigue confiando en el sector privado, pero centrado en grandes empresa, con lo cual el tejido empresarial que tenemos, básicamente de pymes y microempresas, no es que les resulte muy atractivo.
Casi un tercio de los estudiantes quiere ser funcionario (27%), cosa que en los tiempos que corren es muy respetable. Lo pero es lo segundo, que solo 4 de cada 100 (11,3% del 38%) piensa hacer carrera en el funcionariado, lo que denota una ‘nulas expectativas profesionales’.
Un agradable 7% dedicarían su trabajo a los demás (ONG)
En el meollo de la cuestión, a un 28% les gustaria ser emprendedores, que de gustar a serlo va aun largo trecho.
Después del concurso de Navidades en el que se regalaba en este blog conjuntamente con la Editorial Urano un lote de libros que al final recayó en manos de @jsanz, parece ser que la iniciativa ha gustado y la vamos a repetir.
Así que a partir del 7 de marzo y hasta el 20 de marzo, habrá un concurso abierto en el que sorteará un lote de libros entre los que realicen un comentario en ese post en el que profundizaremos en la idea del ‘Trabajo en equipo’ como clave en las organizaciones, que es el punto clave del libro ‘Hacer Piña’ de Jordi López Daltell, que también será incluido en el lote de libros a regalar.
Hoy por ser fin de semana toca un consejo de coaching para el día a día, y es el de ‘desconectar de vez en cuando, es necesario’.
Cierto es que la situación a nuestro alrededor no está para muchas alegrías, pero no es menos cierto que todavía no se ha inventado la máquina ni existe la persona que esté en todo momento conectada al 100% en lo que hace. La primera porque acabaría reventando, y la segunda ….., también.
Y es que todo en esta vida es cuantificable en términos de capacidad de aguante, y por lo tanto, todo tiene su límite, el cual una vez superado tiene difícil arreglo y vuelta atrás.
Por lo tanto aquello de ‘deconectar’ de vez en cuando es algo necesario aunque sea por el sano hábito de ‘cargar las pilas’.
El término traducido a diferentes idiomas viene a simbolizar que hay que ‘poner las preocupaciones a dormir’.
Y es que muchas veces, las preocupaciones son tales, porque no mantenemos una visión distante sobre ellas durante un tiempo, entendiendo como distante, a una desconexión.